Opinión

Un año negor para la economía cubana

El inicio de 2010 quiza no suponga gran cosa en si mismo ni aporte nuevos rayos de esperanza a una población cubana cada vez más desilusionada y descreida, pero por lo menos sí sirve para pasar definitivamente la página del ejercicio 2009, un año para olvidar en casi todo el mundo conocido y que en la Isla ha mostrado, además, una cara especialmente dramática.

Los pasados 365 días sirvieron para hacer evidente que los nuevos responsables de Cuba no tienen mayores intenciones de realizar grandes cambios que sirvan para mejorar la vida cotidiana de los habitantes de la Isla, incluso aunque la realidad haya demostrado con creces que con los sistemas actuales el tejido productivo de la Isla ni siquiera puede cumplir con los objetivos planificados por muy modestos que sean.

Es cierto, que la mayor de las Antillas ha sufrido las consecuencias de una dura crisis económica mundial que ha devastado a todo el planeta, pero esa realidad no puede servir para esconder la falta de eficiencia del tejido cubano económico y la nula capacidad demostrada hasta ahora por el Ejecutivo de Raúl Castro para cambiar esta realidad. Más aún, cuando este era uno de los propósitos que el nuevo presidente se había comprometido a cumplir desde que llegó a este cargo como interino por la enfermedad de Fidel.

El balance económico de 2009 es tan pobre que buena parte de la población empieza a recordar atemorizada los tiempos del periodo especial. Temen, quizá con motivos, que pronto vuelvan a fallar los suministros de productos básicos.

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