Opinión

Cementerios nucleares

No nos engañemos: a nadie le apetece tener cerca un cementerio nuclear por muchas garantías que ofrezcan al personal. Uno nunca sabe en qué momento meará verde y su piel se mutará a un color cetrino que será la antesala de la mortaja. Chernobil en la memoria le llaman.

Lo que dice Montilla es que en algún sitio tendrán que poner el cementerio nuclear pero a ser posible lejos de Cataluña. Es decir que las letrinas son necesarias pero nadie las quiere cerca de su salón porque les da cosa ver la escobilla mientras sale Belén Esteban en la tele. Mucha demagogia de alto cargo circula por aquí. Otro tanto le ha pasado a De Cospedal que ha tenido que sacar la artillería de Génova para disparar sobre el Ayuntamiento de Yebra cuyo alcalde ha salido tocado a pesar de contar con la protección de Arenas y con la ausencia de criterio de Mariano. Es el llamado efecto carambola de la responsabilidad política: cuando se enoja la secretaria general del partido, el alcalde del pueblo se congela.

Si tenemos en cuenta que ni Montilla, ni Cospedal, quieren cementerios nucleares cerca entonces podremos hacer apuestas a que se instalarán dónde siempre, en las regiones más deprimidas en las que aparecerá un giliwatio contando las excelencias de tener unos terrenos cedidos a unos señores que vendrán en camiones oscuros y vestidos de bata blanca.

Luego es posible que con el paso de los años los habitantes del páramo hagan pis del color del vertmouth y que sus pestañas se conviertan en estropajos. Pero de momento que no nos toquen nuestro salón.

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