Opinión

Sin noticias de la reforma de la supervisión financiera

A medida que pasan las semanas, se constata la incapacidad de los políticos mundiales para definir nuevas arquitecturas financieras de supervisión que sustituyan a aquellas otras, aún vigentes, que han demostrado su tremendo peligro social. Tanto es así que hasta el nombrado premio Nobel Paul Krugman lleva algunas semanas empeñado en una campaña en la que sostiene la conveniencia de mantener el esquema de la supervisión financiera estadounidense en los términos actuales, aunque no sea más que para evitar la posibilidad de que se realice sobre ella una ‘reparación-chapuza’ que contribuya a empeorar las cosas.

En Europa, mientras tanto, ni las autoridades financieras ni los gobiernos parecen haber encontrado fórmulas solventes para asegurar el futuro. Sin embargo, como bien ha detectado el ‘premier’ británico, Gordon Brown, el público votante demanda dureza con los banqueros. Quizá por eso, o quizá no, su movimiento efectista al imponer un duro impuesto a las retribuciones variables de los altos ejecutivos financieros, le ha reportado un inesperado avance en las expectativas de voto.

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