Opinión

14 de abril

A pesar de que los concejales monárquicos habían logrado la mayoría en las elecciones del día 12, se entendió que los republicanos habían ganado porque consiguieron superarles en cuarenta y una capitales de provincia. De esa manera tan drástica entró la II República en España, y luego se marchó a escopetazos por la frontera de Francia.

Le llamaron “la niña” por lo que tenía de joven y de ilusión colectiva, pero aquel intento por hacer de España un país mayor de edad se lo comió la sombra del siglo XIX, los espadones y las pistolas que usó Franco. Una vez más perdimos el tren de la modernidad cuando más falta nos hacía cogerlo. No fue la República un cuento de hadas y tuvo que luchar contra movimientos obreros y anarquistas, (en especial sangrientos fueron los sucesos de Asturias), pero sí fue el primer régimen que los españoles se dieron a sí mismos sin necesidad de acudir a un rey que procede de ascendencia divina. Un intento por rescatar a “la tribu”, (como le llamó Azaña), de la cueva en la que vivían sumisos.

79 años después no queda ni el rastro de los clavos que pusieron los bomberos de Madrid en el Palacio de Oriente para pedir al pueblo “respeto a la integridad del edificio”. Y los que miran al edificio de la Puerta del Sol lo hacen para encontrar el reloj de fin de año antes que para buscar el balcón de la victoria. Nadie recuerda el discurso de Alcalá Zamora el 14 de abril en Unión Radio.

Un pasado tricolor, bastante glorioso, que algunos se empeñan en reducir al blanco y negro.

Más información