Opinión

Teología boliviana

Al entrar en la discusión de si en Europa hay más calvos que en América Latina, el presidente Evo Morales se ha metido en un asunto teológico de primera magnitud. Ya en el Concilio de Trento estuvieron los próceres de la Iglesia a punto de echarse a las manos por discutir si en la reencarnación los calvos resucitan con pelo. Nótese la importancia del debate en tanto hasta el siglo XX la misma Iglesia no entró a cuestionar el dogma de María.

Tampoco ha tenido en cuenta Evo Morales la respuesta que le pueden dar los de la “ensaimada nacional”, que no son pocos, y que están representados por Iñaki Anasagasti que es de los de peinado en punto de cruz. Y, en cuanto a la ingesta de pollo en España le podemos dar buenos argumentos de lo contrario, aquí el pollo a la Pantoja da mucha audiencia por las tardes, luego tenemos el pollo del IPC que siempre lo estropea, y finalmente el pollo-pera que es un espécimen de toligo de los cojones que toma cañas en Serrano y pertenece a la generación “ni-ni”, (en este caso “ni” trabaja, “ni” ganas de buscar empleo). El pollo-pera es el nieto del pijo de toda la vida pero venido a menos, por supuesto gente de orden.

Evo-Pollo-Morales se ha querido tirar el rollo ante el resto de mandatarios mundiales y les ha dicho que para pollo y para (lo otro), él. Que puede presumir de cresta y de espolones, que tiene una salud de hierro y que no come en un burguer. Eso sí, la palmará como todo el mundo y en su epitafio pondrán: “aquí yace un tío sano”.

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