Opinión

Los asuntos internos y los problemas globales

Con las incertidumbres proyectadas por Grecia sobre el futuro del euro como grandes referentes actuales de la política económica internacional, ha aparecido por sorpresa un núcleo creciente de políticos -y hasta de técnicos y especialistas financieros- que quieren convertir el problema de la incapacidad griega para hacer frente en solitario a sus obligaciones de pago de los vencimientos de su deuda soberana en un asunto puramente nacional, cuando es obvio que afecta a muchos otros territorios y compromete en buena medida las posibilidades globales de salir con buen pie de la crisis económica mundial.

En esta miopía, más o menos interesada, parece jugar un papel decisivo el calendario político interno de Alemania, marcado por la debilidad del gobierno de coalición que conforman los democristianos de Angela Merkel con los liberales de Guido Westerwelle. Una circunstancia que supone un freno para que se consiga, ahora que resulta necesario, establecer la definición de una arquitectura confiable para el futuro inmediato de la Unión Europea (UE). Con suerte, la paralización terminará el 9 de mayo, cuando concluyan las elecciones de Renania Wesffalia,

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