Opinión

A coger kilitos

Donna Simpson quiere ser la mujer más gorda del mundo. De momento ya es la mujer más gorda que ha dado a luz. Pero quiere ser la más gorda del mundo en todo, lo cual parece que no es especialmente fácil ni desde luego, barato. Ahora pesa 266 kilos, que no está nada mal, y quiere coger algunos más hasta los 450. Todos los días se zampa cuatro hamburguesas, cuatro pizzas y un montón de pasteles, bollos y chocolatinas, amén de decenas de refrescos azucarados. Odia lo ligh. Le gustan las cosas dulces y grasientas.

Pero la aguja de la báscula sube muy lentamente para sus deseos y planes. Cuando alcance los 450 se casará porque ha encontrado a un hombre que disfruta con sus abrazos rollizos y vaya usted a saber con cuantos encantos más como la sobreabundancia de carnes proporcionan. Ella está convencida de que no hay trasero más sugerente que uno susceptible de ofrecer el paisaje de una colina erosionada por el viento.

La obesidad crea problemitas, eso es evidente, pero tiene muchas ventajas por descubrir. Donna enfrentó problemas hace tres años cuando tuvo su segundo hijo porque en la clínica tuvieron que improvisarle un lecho sobre cuatro camillas habida cuenta de que ningún quirófano aguantaba. Pero el niño nació fuerte y robusto. Lo malo fue que su madre no pudo agacharse para darle el primer beso. Ahora, satisfecho su sentimiento materno, vive con la ilusión de llegar a los 450, lo cual le permitirá ganarse bien la vida con un show propio que no pasará, claro, de la exhibición del montón de sus carnes. Y, enseguida, la boda. La está retrasando porque antes quiere alcanzar su meta de los 450 y porque llegado el momento de los esponsales desea que tanto la ceremonia religiosa como el banquete nupcial, copioso como no podría ser de otra forma, se celebren en Hawai.

Es un sueño al que no renunciará por nada del mundo, incluso a riesgo de que en el viaje el avión se venga abajo sobre el océano por exceso de peso entre el pasaje.

Más información