Opinión

Izquierda Unida en busca de la realidad

Acabo de leer que Izquierda Unida se está planteando cambiar de nombre en cuanto pasen las próximas elecciones generales. Debe de ser, pienso yo, que se rinde a la evidencia. A lo largo de su historia de encuentros y desencuentros consigo misma si por algo se ha caracterizado el partido, coalición o lo que sea, es por falta de unidad.

Muchos, entre los que me cuento, hemos caído con frecuencia en la gracieta carente de originalidad de apodarla izquierda desunida. Otro nombre quizás evitaría el cachondeo, sí. Pero, hay que preguntarse, ¿evitará también que sus militantes, y sobre todo sus líderes susceptibles de canibalizar a una candidata como Inés Sabanés sigan activos en la discrepancia y el enfrentamiento a dentelladas? No lo sé, pero lo dudo. Son en su mayor parte militantes de aluvión, incapaces de plegarse a la disciplina de otros partidos de izquierdas, y como dice uno de ellos, inteligente y buena persona, amigos de enredar.

En Izquierda Unida conseguir unanimidad se ha revelado imposible lo cual, qué duda cabe, penaliza sus resultados electorales e impide que se la tome en serio. A mucha gente, por progre que sea, no le gustan las jaulas de grillos. El plan, que habrá que ver si sigue adelante, parece que contempla cambiarle el nombre para captar el voto de desencantados, ecologistas y republicanos que ahora pululan sin rumbo por otras opciones políticas. No sé que dirá a esta iniciativa el Partido Comunista que por el momento es el que mantiene el mando en plaza en la Organización. Izquierda Unida va en contra de una tendencia al bipartidismo que en España sólo lo impiden los nacionalistas y, poco a poco, por mal que le vaya al PSOE, que es su principal objetivo a batir, va quedándose sin espacio, sin escaños y sin concejales.

Para mi que, parodiando la copla, ni con ese nombre ni con otro sus males tendrán remedio. Pero en fin, Dios me librará de intentar disuadirles de que lo intenten.

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