Francia se ha levantado, el detonante es la decisión del Gobierno de Nicolas Sarkozy de retrasar la edad mínima de jubilación de los 60 a los 62 años y la máxima de los 65 a los 67. Las hostilidades han sido crecientes y quizá sirven para demostrar que en las sociedades más cohesionadas, determinadas banderas prenden en la ciudadanía, por más que instituciones como los sindicatos necesiten un rápido ´aggiornamiento´ y actualización para cogerle el aire a los tiempos actuales.
De hecho, algunos analistas apuntan a que se trata del primer fenómeno serio de repudio social a la tendencia de los estados a recortar derechos adquiridos por sus ciudadanos. Aunque achacan a este movimiento un defecto básico que puede, al menos en principio, limitar su efectividad. Al fin y al cabo, las medidas que incluyen los recortes sociales se están extendiendo por todo el territorio de la Unión Europea y sin embargo, estos actos de repulsa se limitan, por ahora, a un solo país.