Opinión

La burbuja inmobiliaria y el nuevo arte moderno

Algunos viejos activistas que en los sesenta se opusieron a la guerra de Vietnam y formaron parte de esa ‘izquierda exquisita’ a la que diseccionó Tom Wolfe, el padre del nuevo periodismo, se dedican ahora a otros menesteres. Por ejemplo a desmarcarse del, cada vez menos de moda, sector financiero, cuyos componentes, además, empiezan a ser calificados como clientela papanatas que infló con muchos millones de dólares el valor, más que dudoso, del presunto arte que vendían a muy buen precio, otros símbolos de la burbuja y la llegada de la incultura total a las élites como Hirtsch o Jeff Koons.

El repudio, eso sí, se ha producido porque estos garrulos de Wall Street ya no firman los cuantiosos cheques que firmaron en los viejos y buenos tiempos, por lo que tampoco sería descartable que este denostado colectivo de coleccionistas de humo resurgiera de sus cenizas a medio plazo. No les den por muertos. Eso sí, aunque el ascenso del ‘tea party’ pudiera hacernos creer lo contrario, Sarah Palin, nunca será ´chic, excepto quizá en el imaginario de Alaska y Nacho Canut, cuyo gusto por lo friki es conocido. Sólo la izquierda es exquisita.

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