Mientras la estupefacta población de algunos países europeos contempla, sin dar crédito, cómo los prestidigitadores del mundo financiero consiguen que la deuda y el riesgo privado se conviertan en deuda pública a pagar por los bolsillos de todos los contribuyentes, la armada de los especuladores financieros sigue a lo suyo. Ganar dinero. Y tanto les da a ganar la torpeza de algunos políticos como Angela Merkel que hasta han tenido que desmentir que ella, Sarkozy, Cameron, Zapatero o Rajoy, trabajen desde hace meses para el sector.
Hay campo para la gloria, incluso en estos ejércitos de operadores tan odiados por la mayoría. Ahora cualquier gestor de ‘hedges’ sueña con tumbar el euro. Con superar en el imaginario de los corsarios de las finanzas al siempre prestigioso George Soros, aquel que tumbó la libra esterlina y el Sistema Monetario Europeo. Pero está difícil, entonces, era más complicado. Se luchaba contra políticos europeistas con ideas y talento. Ahora hay tantas oportunidades como aspirantes. Es peor.
