Opinión

El asunto mollar

Casualidad que me haya encontrado en la panadería a aquel que hacía cola junto a Paco Umbral, (¿recuerdan?: “bajaba yo a comprar el pan…”). Este paisano castizo y descreído que igual hubiera servido para soldado de Flandes que para carne de cañón contra los mamelucos, suele andar bien informado.

Me dijo el gachó que el asunto mollar del que se hablaba en bares y tabernas no era el paro, ni el recorte de las pensiones, ni la ampliación de la edad de jubilación, ni del pedazo de Audi que le queda a Montilla de por vida, (por “la patilla” decía él). No, al contrario; según este informante de la cosa social, vulgo entretelas capitalinas, es la sucesión del presidente del Gobierno. Dice que a la gente se les hacen los dedos huéspedes, que preguntan, que apuestan, que se inquietan y que hasta la policía tuvo anoche que cargar contra un grupo de conspiradores que hacían cábalas en los soportales de la Plaza Mayor.

“Un escándalo mayúsculo, oiga” me decía intentando quitarme la cara de pánfilo incrédulo que se me había puesto. “Hágase usted a la idea, don Rafa, es que en Madrid y en toda España no se habla de otra cosa”. ¿Ni siquiera de una posible congelación de los salarios?, le pregunté sacando todo el acento cheli que pude. “Cá, ná de ná”, respondió, “el personal está con la congoja de si Zapatero se abre, de momento ni mus”.

Sea por el respeto que siempre le tuvo al maestro Umbral y porque su confidente era de buena calidad, he llegado a la conclusión de aquí sólo importa la sucesión de Zapatero, y a los parados que les den “sifón”

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