Opinión

Virus en vez de misiles

Los virus informáticos, que tanto incordian desde el interior de nuestros ordenadores, avanzan en el campo militar como poderosas armas de guerra. Tienen la ventaja de que sus ataques no causan ruido, ni víctimas mortales ni daños colaterales, y la eficacia de sus impactos es mucho mayor que la de los misiles teledirigidos.

Hace tiempo que se sospechaba un bombardeo israelí de las centrales nucleares de Irán, donde se avanza hacia la fabricación de bombas atómicas en medio de la preocupación internacional, pero los israelíes, cuya astucia está a prueba de propios y extraños, han preferido cambiar las armas convencionales por invisibles y silenciosos mensajes electrónicos de efectos más seguros y menos comprometidos. En sus instalaciones nucleares de Simona, en el desierto del Negev, los técnicos de Israel, en colaboración con colegas norteamericanos, han creado un arma cibernética capaz de causar verdaderos estragos en los sistemas informáticos enemigos. Su nombre es Stuxnet y, de momento, sus movimientos ya han paralizado el veinte por ciento de las centrifugadoras iraníes y, como consecuencia, la ralentización de su programa nuclear.

En Teherán han reconocido que han surgido problemas técnicos que impiden el cumplimiento de los planes existentes, pero quizás para evitar el ridículo no han explicado a qué responden esos problemas. Un ataque aéreo seguro que hubiese resultado más escandaloso y, seguramente, menos eficaz. Sin embargo, los virus informáticos bien concebidos y hábilmente manejados hacen el trabajo sin riesgo, con limpieza y seguridad.

No es fácil imaginar la cara de los científicos nucleares iraníes cuando comenzaron a observar que sus programas no respondían y a ver que todo el entramado de las centrales se quedaba a merced del vacío de sus decisiones. Porque los ataques cibernéticos y el revoloteo de los virus en los teclados de los ordenadores causan daño y dejan a quienes los sufren con cierta sensación de ridículo que cuesta mucho superar.

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