El euro puede sobrevivir a esta crisis, o eso creen ahora algunos expertos que antes fueron pesimistas. El adanismo de Berlín, inicialmente seguido con gran entusiasmo por París, podría haber cedido un tanto y parecen abrirse paso algunas correcciones de posición que sirven como reconocimiento tácito de que la existencia de una moneda única sin el escudo que le proporcionaría una política común es completamente indefendible en el actual contexto de crisis económica.
También cobra cuerpo la asunción de que va a resultar necesaria una dulcificación sustancial de las condiciones impuestas a Grecia e Irlanda para que devuelvan las ayudas que recibieron de Europa. Sobre todo porque cada vez está más claro que sin esos retoques, destinados a permitir que el crecimiento económico vuelva, no existe la certeza de que ninguna de las dos naciones pueda estar a medio plazo en condiciones de devolver el dinero. Todavía se está lejos de las estrategias compartidas para defender la divisa común, pero algo hay.
