Nunca, o por lo menos, desde hace muchos años, hubo tanto trabajo para los especialistas en la puesta en escena de narraciones escritas por otros. Quizá tampoco tanta necesidad de actores con un mínimo de capacidad de dar credibilidad al papel que escriben para ellos. En un mundo en que la política parece haberse concentrado en comunicar, ¿o sería mejor decir escenificar?, más que en encontrar soluciones para los problemas o pensar en hacer de este mundo un sitio mejor, quizá empieza a echarse de menos que ese trabajo este en manos de verdaderos profesionales.
Más que líderes, hay carencia de buenos directores, guionistas e intérpretes que hagan más entretenido y digerible el sainete. Hay demasiado intrusismo en el sector y los partidos políticos consiguen sus ingresos sin tener que preocuparse de la taquilla. No sólo en España, por supuesto. Visto lo visto, no se comprenden algunas criticas al deseo de Hollywood de que los políticos les faciliten el negocio. Al fin y al cabo ya forman parte de él.
