Internacional

Bruselas vuelve a prometer reglas más duras contra la especulación

Bruselas, lugar de encuentro de los líderes del Viejo Continente, ha vuelto a prometer este mes de marzo la salida de reglas más duras para contener la especulación en la zona. Con este pronunciamiento los mandatarios celebran así el primer aniversario de su promesa inicial, que tuvo lugar en marzo de 2010, cuando España estaba al frente de la región y prometió acabar con las prácticas especulativas pero, en su lugar, evitó aprobar una nueva regulación a petición del Reino Unido.

Ahora, 365 después de aquella primera buena intención, los mercados hablan por sí solos: el uso de productos derivados (que son de los preferidos por los especuladores) en 2010 ha alcanzado los 22.300 millones de dólares. O lo que es lo mismo, una cifra récord desde la caída del gigante de inversión Lehman Brothers. Además, en términos interanuales, esta cantidad supera en un 25,6% a la registrada en 2009.

Según el estudio realizado por la Asociación de la Industria de Futuros (FIA, por sus siglas en inglés), los 78 índices que operan con derivados no lograban un crecimiento similar desde el año 2007. La Bolsa de Corea fue el mercado que más operaciones de derivados registró durante ese periodo, según la FIA. El segundo puesto lo ocupa CME Group, que opera en la Bolsa de Chicago, desbancando así a la Bolsa alemana, Deutsche Boerse, que hace unas semanas anunció su fusión con la Bolsa francoestadounidense NYSE Euronext (que contiene a su vez un importante negocio de derivados).

La fusión entre Deutsche Boerse y NYSE Euronext sucede a la anunciada por la Bolsa de Londres (LSE), que complementará sus servicios con la Bolsa de Toronto, importante plaza también de los productos derivados. Así, algunos expertos ven en esta ronda de operaciones una reorganización de los mercados ya establecidos que ahora apuntan hacia estos productos como principal fuente de negocio.

Pero la pasividad de Bruselas no afecta sólo a estos mercados. También beneficia a las agencias de rating, que la semana pasada volvieron -en concreto la estadounidense Moody’s- a rebajar la nota de España y, previamente, la de Grecia.

Aunque el presidente del Eurogrupo y primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, haya declarado que “no está contento” con el rol que asumen las agencias de calificación tras sus últimas decisiones, poco más se ha hecho en la zona del euro al respecto.

“En EEUU la gente dice que los mercados financieros no deben ser asesorados siempre por estas agencias”, comentó Juncker a los medios de comunicación ayer en Bruselas. Pero aún no se conoce un futuro real tampoco para la agencia europea institucional alternativa que iba a ser impulsada por Bruselas para combatir las decisiones, tildadas de subjetivas por muchos, de las calificadoras privadas.

El escepticismo en torno a estas instituciones financieras tiene su razón de ser. Porque, por ejemplo, cuando Lehman Brothers se declaró en quiebra, tanto Moody´s, como Standard & Poor’s y Fitch (las tres agencias más influyentes del mundo) mantenían entonces una calificación de triple A (la máxima) para la entidad. Es decir, que el banco de inversión era totalmente solvente.

Hoy, además, se han publicado los sueldos de algunas figuras relacionadas con la banca mundial. En lo que a Europa respecta, se destaca el caso del consejero delegado (CEO) de Deutsche Bank, Josef Ackermann. La entidad que dirige Ackermann ha informado que su salario en 2010 ha sido de 6.300 millones de euros, un 16% menos que el año anterior a causa de los resultados -más discretos- de la entidad. El banco alemán, el mayor del país por volumen de negocio, ha informado que su CEO ha recibido además una paga extra de 2.500 millones de euros.

Estos datos surgen también en medio de una polémica -esta vez mundial- sobre el sueldo de los altos directivos del sector bancario, que para muchos han sido parte implicada en la crisis financiera que ha generado multitud de medidas de austeridad que han conllevado, a su vez, un incremento en la tensión social durante los últimos meses.

Algunos países, como el Reino Unido, se encuentran negociando con sus grandes entidades un pacto para no que los sueldos se mantengan estables siempre y cuando la banca asuma más impuestos. Aún no hay acuerdos (en Londres se espera uno para el próximo mes de septiembre) que consten.

En este contexto, y de cara al Consejo Europeo que se celebrará a finales del mes de marzo -los días 24 y 25- en Bruselas, los líderes europeos llevan varios días debatiendo futuras medidas contra la especulación y, en general, contra la crisis actual. Una de las proposiciones es perfilar un Fondo de Rescate (EFSF, por sus siglas en inglés) que pueda adquirir bonos de países soberanos con dificultades para financiarse en los mercados internacionales. Otra -que parte de Alemania- es vincular los salarios a la productividad.

De momento los pocos acuerdos -aún no firmados- que ha habido tienen que ver con el presupuesto del Fondo, que todo apunta a que registrará un aumento de 200.000 millones de euros (desde los 300.000 millones hasta los 500.000 millones de euros).

No obstante, los especuladores financieros no se toman ya en serio estos anuncios. La credibilidad de la clase dirigente, además de para la sociedad en general, también ha mermado y mucho entre la industria de los fondos de alto riesgo, según ha podido saber EL BOLETÍN. El clima que se respira en los discretos despachos de los hedge funds e inversores afines es relajado.

Porque saben que otra declaración de intenciones más, acompañada de la pertinente publicidad y optimismo, no va a cambiar, por el momento, nada.

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