Internacional

Bruselas intenta hacer guiños cómplices a los ciudadanos de la UE

Las presiones de la calle parecen haber pesado por fin en la balanza, y por eso comienzan a percibirse cambios en los discursos de algunos políticos de la zona del euro de la talla de Jose Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea (CE), a la hora de abordar el asunto de la crisis financiera y las exigencias que Bruselas pide a los países miembros.

No han sido sin embargo los incidentes callejeros los que parecen haber introducido algunos leves matices en las declaraciones de estas personalidades, y que hasta ahora demostraban poca preocupación por la población, sino el impacto de las protestas (violentas y pacíficas) en las urnas.

Todos los países castigados por la crisis de deuda han sufrido sucesos de índole política a escala nacional tras experimentar fuertes protestas; en Portugal e Irlanda ha habido elecciones anticipadas, en Grecia y en España se han tenido que anunciar cambios dentro de los gobiernos y la popularidad de los líderes está bajo mínimos. Y en Italia, el todopoderoso Silvio Berlusconi comienza a sufrir derrotas electorales en sus feudos tradicionales, como Milán. En estos cinco casos, el enfado ciudadano es evidente.

Por este motivo Bruselas ya ha lanzado dos mensajes a los ciudadanos. El primero es que Grecia recibirá 1.000 millones de euros porque sí, para reactivar la actividad económica y para que los movimientos de Yorgos Papandreu no se resuman en anunciar recortes y más recortes. Con esta declaración de intenciones la CE parece querer decir a los ciudadanos que también se ocupan de que el sistema atienda a reformas, y no sólo a tijeretazos y medidas de austeridad.

El segundo mensaje es la implantación de una tasa llamada ‘Robin Hood’, basada en la ‘tasa Tobin’, que busca implantar un impuesto para las transacciones financieras. En otras palabras: exigir a los especuladores algo a cambio de realizar sus operaciones.

El problema que tiene Barroso -que ha sido el portavoz de Bruselas en este caso- es que su credibilidad está bajo mínimos. Son muchas las promesas incumplidas hasta ahora. Por ejemplo, que los hedge funds iban a estar regulados, y no lo están.

O que la UE iba a crear una agencia de calificación europea independiente y alternativa de las tres grandes -Moody´s, Standard & Poor´s y Fitch Ratings- que parecen dictar el ritmo de los mercados y las cuales cada día tienen peor nombre entre la ciudadanía debido a su afán por meter más presión a los países. Y de momento todo ha quedado plasmado sólo en papel.

Por eso los ciudadanos europeos esperan, antes de alegrarse y aplaudir, que surjan hechos contrastados después de los anuncios y la declaración de buenas intenciones.

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