La nueva directora gerente del FMI, la abogada francesa Christine Lagarde, parece decidida a mantener un cierto continuimo con la gestión de su antecesor, el también francés Dominique Strauss Kahn. Eso sí, con algunos matices de mayor moderación. Por eso, mientras los técnicos de la organización recomiendan apostar ahora por el crecimiento económico, ella aconseja a Italia que avance en los ajustes fiscales.
La debilidad de la recuperación económica global, admitida hoy también por los expertos de la OCDE y el hecho de que el empleo en EEUU no repunte pueden tener que ver con este cambio que parece abrirse paso de modo incipiente entre los líderes globales, contra la opinión de una Angela Merkel que, según se comentaba hoy en muchos blogs, se mueve mediatizada por la gran crisis bancaria del país teutón que puede quedar patente en los resultados de las pruebas de resistencia que deben publicarse inicialmente este viernes.
Quizá por eso, Lagarde se ha apresurado hoy a apoyar a la canciller y, como decíamos al principio, ha aconsejado a Berlusconi que profundice en los ajustes. También ha afirmado que su organización todavía no ha hablado con Bruselas sobre los términos de un posible segundo rescate a Grecia. En su opinión, se necesita tiempo para encontrar un esquema adecuado.
Ese puede ser el motivo por el que ayer, el Eurogrupo volvió a cumplir el guión y a demostrar su ya manifiesta incapacidad para vencer la dura batalla contra la especulación financiera en la que está en juego el futuro de la moneda única. Tras una larga reunión urgente, con Italia, España y Bélgica, casi al borde del precipicio, sólo se consiguió un ambiguo principio de acuerdo para alargar plazos de pago y bajar algo los intereses de los préstamos del Fondo de Rescate que han recibido, Grecia, Irlanda y Portugal. Mientras, hoy la crisis fiscal de la eurozona se frena, por el momento, pero con las rentabilidades de los bonos periféricos al borde del abismo. En especial, los de España e Italia.
Roma es una pieza de caza mayor que, en teoría, debería ser abatida tras haber hecho blanco en España, pero los especuladores podrían cambiar el orden de las fichas de dominó si la recompensa merece la pena. Esa certeza ha aumentado la tensión entre las distintas instituciones implicadas en la salvación del euro.
