Mi jefe dice...

Ackerman, Merkel y los demás…

En estos días de mercados turbulentos y eurozonas en peligro, mi jefe me pide que recomiende a la concurrencia una lectura atenta de las informaciones que se publican sobre esas interminables reuniones en las que se ven las caras las cúpulas del Viejo Continente. Que las hay y de todos los signos y colores. Lo que pasa, según él, es que lo que se cuenta no se cuenta del modo en que verdaderamente es el cuento.

De hecho el cuento que se cuenta es un cuento y el que no se cuenta es la verdadera historia. Lo que de verdad pasa, según él, no es que Alemania no quiera pagar la factura de los vagos del sur para apuntalar la moneda única con su alineación actual. Lo que quiere Alemania es que entre todos los europeos se les pague la cuenta de la reparación de sus bancos averiados.

La avería, por cierto, se produjo porque no supieron hacer el trabajo que le corresponde. Prestaron sin evaluar los riesgos y aunque las entidades sufrieron y quedaron descapitalizados los ejecutivos se embolsaron sus gratificaciones. Eso es justo lo que discuten Merkel y Sarkozy con Josef Ackerman, cómo hacer que toda Europa les costee la gran fiesta financiera.

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