Opinión

La crisis y de Marilyn

La crisis aprieta y, a diferencia de Dios, ahoga. Nadie se libra por lo que se concluye. Ni siquiera los difuntos que la sufren sin enterarse en su memoria y en la austeridad de sus tumbas. Mismamente Marilyn Monroe, el icono sexual norteamericano de tantos tiempos, también. El otro día se intentó subastar un cortometraje pornográfico de sus tiempos casi adolescentes y la oferta resultó un fracaso estrepitoso. Las vísperas sus propietarios se mostraban la mar de felices esperando un buen pelotazo y llegado el momento de la verdad, se encontraron con la triste realidad del estado canino en que tantos nos encontramos.

Unos años atrás los coleccionistas más morbosos lo hubiesen arrebatado de las manos del actuario, pero ahora… El documental fue puesto a la venta por un mínimo de medio millón de dólares, una verdadera ganga según opinión de los expertos, pero nadie, absolutamente nadie, pujó al alza. Sólo un caprichoso con posibles de Denver (Colorado) lanzó una tímida oferta muy por debajo de las pretensiones que apenas obtuvo sonrisas despectivas: 280.000 dólares. Una miseria para los seis minutos de imágenes de la estrella filmada en blanco y negro y pelota picada empañada, eso también es cierto, por los pliegues de las sábanas.

Fue entre los años 46 y 47 cuando es más que probable que Marilyn aún no hubiese alcanzado la mayoría de edad ni por supuesto la fama que luego la acompañaría hasta la noche trágica del suicidio o lo que le haya costado la vida. Los expertos en subastas no salen de su asombro ante el fracaso. Mal tienen que estar las cosas en los Estados Unidos – opina el común del personal –cuando los mitómanos no se lanzaron chequera en ristre a disputarse la propiedad de tan legendaria joya del erotismo.

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