El Vaticano ha decidido pronunciarse hoy en contra de los especuladores financieros y a favor de una autoridad reguladora de carácter global que les corte las alas. Preguntado por este asunto, mi jefe ha comentado que por un lado no le extraña en absoluto, dado que el Vaticano mantiene tradicionalmente una doctrina social que de vez en cuando sale a relucir. Además, y en cualquier caso, no es ninguna tontería lo que está pidiendo.
Ahora bien, en todo el asunto hay coincidencias de lo más curioso. Como la que apunta mi jefe de que el Vaticano ha salido con este discurso justo cuando las amenazas contra Italia, que es el “país de acogida” del Estado católico, se empiezan a convertir en un peligro. No hay que olvidar que las agencias de calificación han advertido a Berlusconi de que el futuro del país es más bien negro y el primer ministro estudia ahora imponer nuevas medidas de austeridad.
Por eso mi jefe se pregunta si toda esta presión hacia las finanzas italianas habrá tenido algo que ver con este arrebato de solidaridad que ha escenificado este lunes su Santidad.
