Opinión

Aeropuertos en saldo

El nuevo aeropuerto de Huesca se ha apuntado un éxito en noviembre. Acostumbrados sus empleados a ver pasar los aviones en vuelo por encima, por fin el mes pasado batieron un record logrando que aterrizase en sus pistas una avioneta de la cual descendieron cuatro pasajeros. No está mal. Imagino que les habrán hecho un homenaje antes de que el personal se pregunte, sabiendo ya la respuesta, para qué coño sirve un aeropuerto en Huesca cuando ya tiene uno bastante cerca en Zaragoza, una estación del AVE también en Zaragoza y prácticamente ningún viajero que quiera llegar a la ciudad y menos a sus hermosas estaciones de nieve por aire. Pero es lo que hay.

En los penúltimos tiempos de despilfarro, de dinero para todos los proyectos por demenciales que se mostraran y de ambiciones ridículas de todas las ciudades y muchos pueblos – que exigían una universidad, una estación del AVE, un polideportivo gigante y un aeropuerto – España se llenó de aeropuertos innecesarios, inservibles y caros, tanto de instalación como de mantenimiento. Los ejemplos son abundantes; el de Huesca no es un caso único ni siquiera el más sangrante. El de Ciudad Real, que ya cerró, se llevó por delante la Caja de Castilla la Mancha y sus pistas, las más largas de Europa — ¡hay que joderse! – permanecen aletargadas, sin utilidad alguna, peor que en el de Castellón, en las afueras como quien dice de Valencia, donde se han revelado útiles para que la gente, mayormente de la tercera edad, pasee tranquila, sin miedo a ser atropellada por un coche.

La lista, ya digo, es larga, incluye el de Córdoba, el de la Rioja, el de Burgos, el de León y bastantes más de los cuales no puedo o no quiero acordarme. Carezco de datos pero sospecho que España es el país que tiene más aeropuertos en relación con su territorio y, desde luego, el que tiene más aeropuertos que no sirven para nada, ni siquiera para ofrecerlos en saldo coincidiendo con las rebajas de enero.

Más información