Opinión

El bibliotecario de Alá

Siempre que la policía detiene a un delincuente peligroso los vecinos dicen que se trataba de una buena persona y un vecino ejemplar, es otro de los clásicos de los reporteros cuándo llegan al lugar de los hechos y entrevistan a personas que se asombran de la noticia. El vecino, por regla general, es un señor que nunca ha visto nada y eso que vivimos en una sociedad de cotillas y “visilleros” a los que no se les escapa una. El vecino ignora todo aunque sospecha de todo.

Ha vuelto a pasar con la detención de “El Bibliotecario” de Alá que era otro “vecino ejemplar” de Valencia que en sus ratos libres se dedicaba a propagar las consignas de Al Qaeda por Internet. Quizá el nombre le quede grande porque darle categoría de ilustrado a quién se dedica a hacer la guerra santa a través de la red es mucho.

La mayor parte de la población utiliza Internet para disfrutar de su ocio y algunos miran páginas X en cuánto pueden, en cambio este sujeto prefería dedicarse a proclamar la “yihad”, por lo tanto tenía poco de bibliotecario, al revés: era un “kaleborroko” de la fe, un integrista radical que pasaba por vecino discreto.

Y mientras olía a puchero por el patio él se dedicaba a encender los foros en el nombre de Alá. Los vecinos han asistido a este revuelo de cámaras y de periodistas, han vivido en la inopia sin saber que los habrán incluido en el eje del mal. De esto último no se darán cuenta hasta que un día intenten entrar en Estados Unidos y les hagan unas preguntas muy extrañas. Hasta ese día seguirán en la inopia y nada impedirá que por el patio suba un olor a paella los domingos.

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