Más o menos...

¿Qué más hace falta?

¿Qué más hace falta para cambiar de política después de cinco años encadenados de fracasos en los resultados que, en teoría, se pretende? Un proceso que, para colmo, ha servido para incrementar el paro, ralentizar el crecimiento, derribar unas cuantas conquistas sociales y derrumbar, en fin, la idea de la Europa unida que sirvió de base al nacimiento del euro.

Además, las consecuencias de la austeridad sin límites no sólo golpean a quienes las sufren directamente. Ni siquiera a quienes comparten esa moneda única que ahora parece cada vez más cerca de romperse.

Aunque algunos gurús, como George Soros, por ejemplo, han mantenido que quién tiene el control directo de su divisa puede evitar la recesión, lo cierto es que la evolución de la economía de Reino Unido, un país que mantiene a ultranza la libra esterlina, demuestra lo contrario. La contracción se extiende por todas partes.

Los últimos datos de Eurostat son inequívocos y atemorizadores. Las cifras oficiales del organismo encargado de suministrar las estadísticas en la UE muestran un continente al borde de otro duro episodio de recesión del que sólo podrían salvarse, y a medias, Alemania y Francia, que, por otra parte, se encuentran instalados en una rampa declinante.

Los guarismos son tan impresionantes que es necesario remontarse al periodo de entreguerras del pasado siglo para encontrar un contexto similar de devastación económica y devastación de empleo.

Se trata de números fríos, hechos objetivos y, sin embargo, los alegres políticos que acampan en ese territorio arcano comprendido entre Bruselas y Berlín parecen querer aplicarle al enfermo, nuevas dosis de la misma medicina.

Y las únicas excepciones a la regla son Suecia, un país con un sólido estado del bienestar que hace mucho tiempo que se apartó de estos caminos del ajuste por el ajuste y Letonia, un país del tamaño del barrio madrileño de Carabanchel, que ya ha sufrido un ajuste brutal previo y tiene a más del 30% de su población emigrada. Con lo que las remesas de divisas son un componente fundamental de su PIB.

¿Qué más tiene que pasar, entonces, para que se aplique una nueva estrategia económica y financiera que nos lleva al fracaso? Al final, igual lo que verdaderamente ocurre es que lo que está haciendo este grupo de políticos es algo bien distinto de lo que dice hacer y es, además, algo que quizá tiene que ver, más bien poco con ese saneamiento de las economías que dicen pretender y que alientan, por supuesto, en beneficio del futuro de todos los ciudadanos europeos.

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