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Jugando al Monopoly en la oscuridad

En los últimos días, se han conocido las duras condiciones que exige Bruselas a cambio de la concesión de las ayudas que deben servir para sanear el sistema financiero español. En total unos 41.000 millones de euros, que podrían llegar a ser 50.000 en el peor de los casos. Casi un 5% del PIB español.

Esa cantidad, además, se sumaría a lo que ya ha desembolsado el Estado español a través del FROB, con lo que tenemos una ingente cantidad de dinero público, en parte a cargo del contribuyente español y en parte ‘adelantado’ por las instituciones europeas.

Y esa montaña de fondos ha de servir para reestructurar el sistema hasta llegar a un final del que los ciudadanos no saben nada porque este asunto se maneja con una opacidad digna de las mejores películas de misterio, sin que ningún partido se interese por saber cuál será el futuro que deparará al sistema financiero el resultado de este juego.

Al parecer, enterrar 30.000 millones de euros en Bankia, casi el 3% del PIB, sin que la entidad se haya nacionalizado es algo que a la clase política española le resulta de lo más normal, cuando todo lo que se puede decir de este conjunto de antiguas cajas ahora, es que el deterioro, tanto de sus activos como de sus pasivos, que ha experimentado en estos meses alejan del escenario su posible viabilidad futura. Y otro tanto podría afirmarse de Novagalicia y Catalunya Caixa.

Da la sensación de que hay un montón de gente jugando al Monopoly en la oscuridad con la plácida aquiescencia de los representantes de los ciudadanos, porque todos estos movimientos, que implican esas enormes cantidades de dinero público, se realizan sin que haya un mínimo debate político sobre lo que se pretende hacer.

Portavoces próximos a la partida insisten en que este plan de salvación resulta más barato que liquidar las entidades, salvar lo que sea ‘salvable’ y constituir con ello una especie de Instituto de Crédito Público que garantizase un cierto suministro de financiación a las empresas y familias con el que incentivar la recuperación económica y la creación de empleo.

Tal vez sea así, pero se echa de menos, la argumentación correspondiente y la confrontación de las ideas. Y, aunque suene ya a latiguillo o a ‘monotema’ obsesivo, hablamos de mucho dinero público desplazado hacia la banca, hacia la ‘quebrada’ y también hacia la sana, porque la financiación que ha concedido el BCE también tiene esa característica. Y son fondos que se manejan al margen de la sociedad y sin solucionar sus problemas. Una sociedad que arriesga mucho en el intento desde su cobertura sanitaria hasta su educación o sus pensiones.

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