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Las dudas sobre los contratos con Pemex devuelven la tensión a la política gallega

Poco tiempo después de su triunfo electoral, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo vuelve a tropezarse con la indefinición de la petrolera mexicana Pemex que, todavía no ha ratificado el contrato con Navantia que aseguraría la construcción de dos buques.

El asunto ya complicó inesperadamente la campaña electoral y, sin embargo, contra todo pronóstico el líder del PP gallego, pudo salir indemne y obtener una victoria más holgada de lo esperado gracias al hundimiento del PSG.

Pero el tiempo pasa, los planes no se concretan y la tensión laboral aumenta en una autonomía que tiene por delante, por ejemplo, la digestión de los despidos que provocará la nacionalización de Novagalicia. Lo único que faltaba ahora es que se abriera otro frente en el sector de los astilleros, uno de los más duros y dispuestos a luchar.

De momento, los comités de empresa de las dos instalaciones que tiene Navantia en la ría de Ferrol ya han advertido de las serias consecuencias que puede tener para el empleo regional un retraso en la ratificación de los contratos pactados con PMI, la división internacional de Pemex y a los que el Consejo de Administración de la dirección de la empresa mexicana no termina de dar vía libre.

De hecho, no hay fechas aún para el inicio de los trabajos, con el proceso de ‘corte de chapa’ que tendría que producirse en el primer trimestre del próximo año y los representantes sindicales se temen lo peor, porque desde la dirección de Navantia se mantiene un silencio total sobre el asunto.

Un mutismo que dura ya más de tres meses, a pesar de que la Xunta insiste en restar importancia a la ratificación del contrato. Los portavoces de Feijóo aseguran que el pacto es con PMI, que las especificaciones técnicas ya están listas y que, ahora, se trabaja en la constitución de los avales.

Pero mientras, los astilleros ven como se les termina el trabajo, porque su actual cartera de pedidos sólo incluye ahora un megabuque australiano que se terminará pronto. Y el futuro de las más de cien empresas auxiliares que dependen de Navantia, también se complica.

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