Más o menos...

Algunas nubes sobre Angela Merkel

El cielo despejado de turbulencias internacionales con el que Angela Merkel quería llegar a las próximas elecciones alemanas, que se celebrarán en otoño, parece mostrar las primeras nubes. Y quizá anuncien una fuerte tormenta, que complique el horizonte a la canciller y su partido.

Si, como cuentan algunas mentes calenturientas, los políticos europeos habían pactado, a espaldas de los ciudadanos a quienes representan, aparcar hasta el próximo otoño las políticas de crecimiento económico para facilitar la reelección de la ‘señora nein’, la nueva coyuntura parece apuntar hacia una ruptura inminentes de ese presunto acuerdo. La retórica de la superioridad teutona sobre los ciudadanos del sur, unos holgazanes en el mejor de los casos, le ha dado indudables ‘réditos’ electorales a Merkel que se ha beneficiado de su imagen de estricta gobernanta. De ahí que a los actuales inquilinos de Berlín les convenga mantenerse en sus trece.

Más aún, si detrás de la componenda está esa industria financiera poderosa que mueve a los políticos a su antojo y que parece querer solucionar las averías de los grandes bancos alemanes y franceses con el diferencial de tipos de interés que aporta la situación de incertidumbre. Una locura, en opinión de algunos técnicos, pero por la que llevan apostando bastante tiempo.

Pero algo ha empezado a moverse. En Grecia, por ejemplo. Allí el Consejo Nacional para la Reclamación de la Deuda, ha exigido a Alemania una indemnización de 108.000 millones de euros por los daños que el Ejército nazi infringió a las infraestructuras helenas durante la Segunda Guerra Mundial. También hay ruido en Portugal. Hasta ahora Lisboa era la alumna más aplicada de Berlín. Pero la recesión se acentúa y el toque de atención sobre los recortes que le ha dado a Passos Coelho el Constitucional se suma ahora al creciente hartazgo de la población.

Tampoco en España, Mariano Rajoy se encuentra en esa posición holgada que creía haber lograda gracias a la mayoría absoluta. En estos días, su Gobierno parece querer reinventarse la vieja Ley de Orden Público ‘franquista’ para impedir las manifestaciones, cada vez más agresivas, de los múltiples colectivos agraviados por la política de ajustes severos. Y el político gallego empieza a tener claro que no puede apretar más a la sociedad sin correr un riesgo cierto de que tanto él como su partido desaparezcan para siempre.

Y está esa Italia, aún sin Gobierno, donde lo único que ha quedado claro tras las últimas elecciones es que cualquier opción, sea Berlusconi, los ‘indignados’ de Grillo o el centroizquierda de Bersani, puede o no valer, pero la que ha sido totalmente rechazada en las urnas por los ciudadanos, es la que representa Monti, ese virrey impuesto por la ‘troika’ cuyo aceite de ricino no curo los males de la economía. Y, por supuesto, esta Hollande con la popularidad en caída libre y agobiado por los últimos escándalos que han afectado a las cuentas en paraísos fiscales de su ex ministro de Presupuesto, Jéròme Cahuzac, y el tesorero de su campaña electoral Jean-Jacques Augier. Un contexto en el que no le basta con anunciar más dureza contra los paraísos fiscales y la corrupción. Necesita con urgencia crecimiento económico y creación de empleo.

Hasta Japón ha cambiado de bando y su Banco Central, a imitación de la FED, se ha decidido a apostar por las políticas de expansión monetaria. Demasiados acontecimientos en el aire para que no haya variaciones en el parte meteorológico de los próximos meses, cuando incluso la propia Alemania empieza a tener problemas y acumula más de 11 millones de personas con salarios inferiores a 1.000 euros. Más le vale a Angela Merkel desempolvar el pararrayos.

Más información