Corrupción

Amnesia nacional

Diego Carcedo, periodista

Camps fue interrogado de nuevo por el magistrado y la flaqueza de su memoria se reveló patética: ante 64 preguntas, 41 veces respondió, “no” o “no lo recuerdo”. España poco a poco va conquistando marcas variadas que nos reducen nuestras diferencias y nos colocan en lugares destacados en el ranking internacional. La última, de momento, por supuesto, es ese brillante tercer puesto que la opinión pública nos otorga en la escala de la corrupción, mayormente política aunque no sólo. En la Unión Europea apenas nos superan en corrupción Grecia, que desde Platón no levanta cabeza para nada bueno, e Italia, que tras el paso de Berlusconi por el poder aquello ni siquiera la Cosa Nostra consigue mejorarlo.

Aquí casi todo va mal, como el empleo y la desbandada territorial que lidera Artur Mas, pero la corrupción es sin duda la expresión de nuestra anormalidad pública que bate récords. El mapa geográfico de la corrupción, que empieza en Baleares, cobra impulso en Valencia y se extiende por casi todo el territorio peninsular, está salpicado de chinchetas con diferentes colores que reflejan la intensidad que la corrupción ha alcanzado en cada comunidad autónoma y municipio.

Sólo la policromía de las chinchetas que reflejan la variedad e intensidad de los escándalos se ve superada por la triste amnesia que en poco tiempo aqueja a la gran variedad de políticos estigmatizados de corruptos que por ahí pululan. Algo debe de estar pasando en la calle Génova de Madrid, algún producto pernicioso para la memoria deben haber usado en la construcción de la sede del PP que tan dudosamente pagaron, porque tal parece que es de allí donde ha sido detectado el virus amnésico.

Hizo su aparición durante los interrogatorios judiciales sobre la trama Gürtel. Nadie con poder recordaba nada de cuanto el sufrido juez Ruz preguntaba a acusados, imputados y testigos. Apenas el ex tesorero Luís Bárcenas parece que poco a poco va recordando detalles que administra ante la Justicia con cuentagotas. Se nota que el frío de la prisión de Manzanares el Real debe de estarle reactivando la memoria. No hay mal que por bien no venga, mejor dicho al revés, ya me entienden.

El virus debe de ser muy potente porque a veces sus efectos se hacen sentir también en cerebros alejados centenares de kilómetros. Bien es verdad que de momento sólo afecta a líderes del Partido Popular, como el ex presidente Francisco Camps, el de los trajes que ya no tenía memoria de cómo habían llegado a su guardarropa. El otro día fue interrogado de nuevo por el magistrado y la flaqueza de su memoria se reveló patética: ante 64 preguntas, 41 veces respondió, “no” o “no lo recuerdo”.

Penoso, ¿verdad? No le recomiendo al ex presidente para recuperar la fortaleza de sus células grises pase por la misma experiencia terapéutica que Bárcenas, a quien supongo que conocerá y podría asesorarle, porque esa receta sólo es el juez quien a la vista de su amnesia podría extendérsela.

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