La indignación popular tras pedir la Fiscalía Anticorrupción que no se impute a Urdangarin ha sido palpable. Pero cuidado con ir demasiado rápido. La Fiscalía Anticorrupción ha presentado un escrito en el que se opone a la petición del sindicato Manos Limpias de que Iñaki Urdangarin sea imputado por un delito de blanqueo de capitales, una solicitud que la acusación popular también extiende al exsocio del Duque de Palma, Diego Torres, y a la mujer de éste, Ana María Tejeiro.
La indignación popular ante esta noticia ha sido evidente, con afirmaciones vertidas en las redes sociales –sarcásticas, se entiende- que situaban a la propia Fiscalía en el espectro político de IU, generando centenares de republicamos por minuto.
Sin embargo mi jefe no tiene claro que, efectivamente, exista un delito de blanqueo de capitales. No porque tenga argumentos en contra sino porque no conoce los hechos concretos. Sin embargo, el fiscal – Pedro Horrach- merece su credibilidad, al menos parcialmente, y por lo tanto prefiere mostrarse prudente, aunque al mismo tiempo comprende la reacción popular: con la que está cayendo las chapuzas de la Casa Real y consortes adjuntos ha cobrado tintes épicos.
