Enrique del Olmo dice que sondeos internos situaban al PSM al borde del 10% de los votos y que Pedro Sánchez no quería cargar con el desastre. “Tomás Gómez iba hacia la catástrofe electoral y Pedro Sánchez no quería cargar con el desastre”. Con estas contundentes declaraciones valora Enrique del Olmo la decisión del secretario general del PSOE de destituir a Gómez como líder del PSM, después de dejar claro que Tomás Gómez era un candidato que estaba abocado al fracaso más allá de lo de Parla”.
Del Olmo -el candidato que no logró los avales para enfrentarse a Antonio Miguel Carmona para encabezar la candidatura al Ayuntamiento de Madrid- asegura que la situación era «insostenible» ya que era un candidato que “iba a dejar al PSM con tercera o cuarta fuerza en la Comunidad madrileña” y a segura que “había encuestas internas que decían que Tomás Gómez estaba al borde del 10% de los votos, un poco más arriba que Ciudadanos”, una debacle histórica habida cuenta de que el candidato socialista obtuvo en las anteriores elecciones autonómicas de 2011 el 26,77 % de los sufragios y que en las pasadas europeas logró el 18,94 %
Rechazo en la ciudadanía
En opinión de Enrique del Olmo, esto sucede porque Gómez “provocaba rechazado en la ciudadanía”.
A este falta de empatía con los ciudadanos, Del Olmo añade la gestión que ha hecho Tomás Gómez de todo el proceso electoral como el hecho de que “no hubiera primarias reales debido a unos niveles de avales imposibles de lograr”.
Y también añade que en contra de Gómez pesa su “autismo” ante la sociedad, destacando que frente a la organización de la izquierda madrileña el ha mostrado una “obsesión” por enfrentarse a Podemos.
Respecto a quién debe ser el candidato del PSM a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Enrique del Olmo dice que si el nombre “lo cierran en un despacho será otro nuevo fiasco, lo que no significa que puede tener un repunte electoral respecto a Tomás Gómez”.
Por ello, cree que el Partido Socialista de Madrid debe convocar primarias abiertas a la ciudadanía, y no solo a los militantes, sin avales y con dos rondas, “como se hace en el resto de Europa”.
