Señor dimitido presidente de Ciudadanos, lo peor fue desoír al poeta y creer que tenía razón por haberla tenido. España le quiso vicepresidente en un gobierno de coalición con los socialistas con 180 escaños. Pero se ofuscó y las nuevas elecciones redujeron sus 57 escaños a 10.
Ahora, emprende la retirada, sin duda la operación más difícil en la guerra, en la política y en el amor. Con vergüenza torera, evita aducir excusas y asume la responsabilidad de los pésimos resultados. Esto sucede cuando más necesario era un partido de centro, ¿hay alguien ahí para continuarlo?