Amanecemos cada día contando muertos, contaminados, ingresados, dados de alta y otras cifras emitidas por Salud Pública.
Contando los vacunados con nuestras dosis nacionales y de paso, los días que nos faltan para el otro pinchazo.
Contando, ahora mismo, la cantidad de detenidos por acciones ilícitas en robos, otros delitos y mutuas agresiones durante las ya finalizadas manifestaciones.
Contando las reservas de comida en la menguada despensa y las pocas tabletas en ese mueble ya en desuso llamado botiquín.
Contando las finanzas hogareñas lo mismo para adquirir algo de ensalada o pagar esa factura de pánico que la Unión Eléctrica nos hará llegar bajo estos calores infernales.
Contando, las autoridades financieras, qué cantidad estaría disponible para adquirir comida u honrar un buque tanquero o las deudas contraídas con instituciones financieras internacionales o medio mundo empresarial de por medio.
Contando, algunas presumidas damas, las canas que le han brotado a falta de un tinte para el cabello.
Contando horas y minutos para ver un buen programa o filme en la televisión nacional.
Contando errores y aciertos; deficiencias y logros.
Y entre las cuentas, esta de última hora. El presidente Biden dispuesto a regalarnos vacunas e internet cuando lo mejor que pudiera hacer es cumplir con sus propias promesas electorales.
Contando una y otra vez. Así al menos nos entretenemos en algo para mover las neuronas en este tedio y azote en camino de los 17 meses.