La butaca

La gran estafa americana

La gran estafa americana

David O. Russell Con diez nominaciones a los Oscars y varios Globos de Oro a sus espaldas, ‘La gran estafa americana’ es una de las favoritas en la próxima edición de los premios de la Academia de Hollywood. El último trabajo de David O. Russell, el ‘protegido’ de los hermanos Weinstein -los productores con más poder en la meca del cine-, es un desfile de peinados imposibles, estilismos de lo más hortera y engaños.

La cinta nos traslada a la década de los setenta de la mano del estafador Irving Rosenfeld y su seductora amante y compinche, Sydney Prosser. Tras una metedura de pata, se ven obligados a trabajar para Richie DiMaso, un ambicioso agente del FBI que quiere cazar a estafadores, políticos y todo el que se le ponga por delante. En la historia, entrarán también en juego la mujer de Irving, el popular alcalde de Nueva Jersey e incluso la mafia.

Esta maraña de corrupción y fraude se sumerge en un baño de atuendos estrafalarios y escotes pronunciados -tanto femeninos como masculinos. Una máscara bajo la que se esconden los personajes para poder sobrevivir, para intentar huir de lo que son y convertirse en aquello que desean.

Con algunos altibajos en el guión, la cinta entretiene y engancha al espectador con una energía desenfadada que fluye al ritmo de la música de la época, uno de los elementos más destacados de la cinta. Pero le falta algo.

Puede que sea que la película ya nos suena. Recuerda, salvando las distancias, a la filmografía de uno de los grandes del cine con el que precisamente David O. Russell compite ahora en la cartelera, Martin Scorsese. Algunos de los planos y recursos de montaje, la forma en la que cuenta la historia o la ‘voz en off’ nos remiten al realizador neoyorquino.

No es el único. ‘La gran estafa americana’ bebe también del Quentin Tarantino de ‘Pulp Fiction’ al que hace un par de ‘homenajes’.

La cinta se apoya en sus cuatro protagonistas, para los que el director ha recurrido a los actores de sus dos últimas películas, ‘The fighter’ y ‘El lado bueno de las cosas’. Después de dejar en los huesos a Christian Bale en la primera de ellas, el director parece haberle cogido el gusto a eso de transformar físicamente al actor. Aquí ha tenido que engordar y ponerse una ridícula peluca. Es el mejor de la cinta junto a su compañera Amy Adams, más sensual que nunca; liberada de su imagen angelical y del sujetador. Suyas son las mejores escenas de la película: la presentación de los dos personajes y su singular relación, que auguran una historia más prometedora de lo que luego resulta.

Les acompaña Jennifer Lawrence, como la chabacana e histérica mujer del protagonista, aportando un toque de humor a la cinta cada vez que aparece en pantalla; y Bradley Cooper, que interpreta al excéntrico agente del FBI.

‘La gran estafa americana’ no es el peliculón que pintan al otro lado del charco, donde ha gustado mucho. Como ya ocurrió con ‘El lado bueno de las cosas’, las alabanzas son exageradas, pero es una obra muy disfrutable y entretenida, del gusto del público en general.

Más información