El tocadiscos

‘Everyday Robots’, un disco de Damon Albarn

Everyday Robots

El antiguo líder de ‘Blur’, gran estrella del ‘Britpop’ de los noventa, presenta su primer disco en solitario. You and Me by Damon Albarn on Grooveshark

Había expectación por escuchar ‘Everyday Robots’, el primer disco en solitario de Damon Albarn, que, a pesar de acumular más de dos décadas de carrera no se había atrevido hasta ahora a firmar con su propio nombre una colección de canciones. Y, una vez conocido el resultado, la acogida de la crítica ha sido más bien tibia. O, dicho de otra manera, más cordial que entusiasta.

Hay calidad, en este álbum, sin lugar a dudas. Es un disco realizado con mimo que Albarn ha coproducido con Richard Russell, un hombre que trabaja habitualmente con artistas como Adele, Sigur Ros o Vampire Weekend, pero quizá, sólo quizá, le falte ese impulso indefinible que separa a la buena música sin más, de los sonidos imprescindibles que marcan una época.

Aunque tal vez lo único que ocurre es que, en realidad, Albarn es ‘nuevo’ en esto y ha querido jugar sobre seguro sin, abandonar demasiado su zona de confort. Ese tipo de canciones que son la especialidad de la casa y que Mike Powell, uno de los críticos habituales del poderoso portal ‘Pitchfork.com’, Ha definido como ‘una canción triste que, sin embargo, es ‘confortable’ en su tristeza».

No se trata de una superproducción. Aquí se tira de batería electrónica, guitarras y algunos ‘loops’ y arreglos, más ambientales que melódicos, para crear ese clima agonizante de los medios tiempos. Y esa melancolía elegante que le sienta también a nuestro protagonista, va a ayudarle, y mucho a vender a este disco. Pero no le servirá para que la grabación pase a la historia.

¿Y quizá fuera eso lo que pretendía? A lo mejor sí. Dicen quienes saben de ésto que a una edad determinada, digamos poco después de cumplir los cuarenta, a casi todo los compositores de pop, por mucho éxito que haya tenido a lo largo de su carrera, le asalta el deseo de ser considerado un clásico. Sobre todo si eres británico y, en tu juventud, momento en el que alcanzaste tu mayor momento de gloria, se te ha comparado, por ejemplo, con Ray Davies, el genial escritor de canciones que ejerció como líder de The Kinks.

Curiosamente, una banda con mucho menos éxito que otras con las que compartió la fastuosa década de los sesenta –The Beatles, The Who o The Rolling Stones, por citar otras tres- pero, quizá por eso, ha mantenido su prestigio intacto, desde entonces, a base también de no intentar sacarle demasiada rentabilidad a la gloria pasada con recopilaciones, remezclas y otros trucos de marketing. Además, hace tiempo que Davies actúa en solitario en teatros de tamaño medio, sin que nadie le reclame una reunión de aquella mítica banda.

De modo que era lógico que Albarn le pasara lo mismo que a otros tanto como él y más tarde o más temprano se contagiara de esa enfermedad común a los músicos veteranos. Más aún, cuando a pesar de tener mucho éxito y haber escrito canciones gloriosas tanto en Blur, como en The Good, The Bad & The Queen y hasta en Gorillaz, ninguna de ellas ha alcanzado la difusión o el aplauso unánime de los profesionales que acompaña a, por ejemplo,‘Waterloo Sunset’, por volver a referirnos al eterno Ray y a uno de sus obras más celebradas.

Cierto que el Britpop, el movimiento que encumbró a Albarn como componente de los ya mencionados Blur, tuvo un periodo de efervescencia relativamente breve y que tampoco su rival de entonces Noel Gallagher, el compositor principal de Oasis, ha logrado ese tipo de gloria que Albarn busca. Y que, de momento, no va a conseguir con este álbum. Que es un disco, sin duda bueno, y hasta recomendable, pero que no se acerca, ni de lejos, a entrar en esa categoría, la de las obras maestras, en la que, como ya he dicho antes, Damon aspiraba a integrarlo.

Puede que fallen un poco las letras, menos profundas y poéticas de lo necesario en un disco como éste donde las melodías, buenas siempre, ocupan el primer plano. Algunas historias, pretendidamente personales, no suenan tan sinceras como deberían y en otras, la transcendencia de los temas, la tecnología como elemento alienante del ser humano moderno, da como resultado algunos textos más ampulosos que convincentes.

Pero, más de uno hubiera vendido su alma al diablo por escribir un tema como ‘You and Me’, mi canción favorita del álbum. Un baladón que sabe a poco, a pesar de sus más de siete minutos de duración. O por encontrar ese punto rítmico juguetón y saltarín que convierte a ‘Mr.Tembo’, una canción dedicada a un ‘bebé elefante’, en otra de las joyitas del álbum, quizá por esa falta de pretensiones con la que parece haber sido escrita.

Y hay unas cuantas perlas más en el paquete. Como esa canción de amor entre criaturas del siglo XXI llamada ‘Lonely Press Play’ o ‘Photographs (You Are Taking Now’) que tiene el arreglo más interesante del disco, con su deje a lo David Bowie, incluido. Sin olvidar, ese himno final que se llama ‘Heavy Seas of Love’, en el que Albarn se atreve a poner en práctica las mejores lecciones aprendidas hasta ahora en sus 46 años de vida. O más o menos.

Al final, en mi opinión, estamos ante un álbum que no llega a donde muchos esperábamos, tal vez, porque siempre se le pide mucho a un tipo solvente como Albarn. Mucho más que a cualquier recién llegado que quiera probar suerte como compositor de canciones pop de tres minutos. Sobre todo en estos tiempos de sobredosis informativa que se caracterizan, entre otras cosas, por la entronización de un nuevo genio cada dos horas.

Pero hacer un disco simplemente bueno, no es tarea fácil y el esfuerzo de Damon no ha sido en vano y, como mínimo, va a servir para mantener a la afición muy atenta ante la próxima entrega. Un trabajo que se beneficiará sin duda de la gira que el antiguo jefe de ‘Blur’ acaba de emprender para defender este repertorio. Ya se sabe que el contacto con el público hace milagros. Sobre todo cuando se trata de alguien más que acostumbrado a entretener a audiencias de 200.000 personas.

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