Economía

Nin provoca una enorme confusión al afirmar que «sería factible y deseable una fusión con Bankia»

El director general de La Caixa, Juan María Nin, ha provocado esta mañana una enorme confusión al responder a una pregunta realizada por un periodista en la presentación de resultados de Caixabank que una posible fusión con La Caixa «sería factible y deseable». Aunque luego ha matizado estas declaraciones al asegurar que no había conversaciones ni presiones políticas para llevar a cabo esta operación, la mecha ya estaba encendida y el explosivo no ha tardado en explotar, sin que la intervención posterior del presidente de la entidad catalana, Isidro Fainé, pudiera evitarlo.

Los medios digitales se disparaban poco antes del mediodía con la noticia de que La Caixa quería fusionar su banco con el formado por la alianza de cajas que lidera Caja Madrid. Porque Nin, que tuvo que explicarlo todo después, hasta se había extendido en su argumentación al asegurar que un modelo bancario comprobado como el de la entidad catalana, ganaría con el aumento de tamaño.

En realidad, según se supo luego, el director general de Caixabank pretendió hablar de ésto. De que su compañía tiene capacidad y posibilidades de afrontar cualquier operación por voluminosa que parezca. Pero se enredó con Bankia.

Y las alarmas se dispararon, en los ministerios de Hacienda, y Economía en los mercados y, según aseguran algunos observadores que conocen bien la situación, hasta en Bruselas.

Pocos minutos después del sonoro malentendido, el presidente de La Caixa, Isidro Fainé, intervino para aclarar la situación. Y sin refererirse exactamente a las palabras de Nin, introdujo toda suerte de matices en el discurso de Nin. La Caixa, habla con todos, no tiene ninguna presión política y no descarta crecer en España. Pero no sólo aquí. Tampoco puede descartarse un acuerdo internacional para crecer en el exterior.

A la vez, lanzó un mensaje para el consejo social de La Caixa, que tenía la intención de ser, sobre todo, tranquilizador. Ninguna operación de las que puedan plantearse en el futuro, si se plantearan, pondrían en peligro la obra social.

Es en estos ambientes sindicales y de organizaciones relacionadas con la sociedad civil donde encuentra peor encaje la alianza con una posible alianza entre la compañía catalana y una entidad con los problemas que se le presuponen a Bankia. El argumento de que a mayor volumen de activos y negocio correspondería también más obra social no convence.

Además, algunos representantes de los trabajadores en el consejo dan por descontado que Caixabank tendrá que hacerse finalmente con el Sabadell. Lo que supondría también pagar una cuota de solidaridad en la complicada labor de saneamiento de las cajas, porque este banco lleva ya incorporada a la CAM, la problemática empresa alicantina.

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