Internacional

Obama presiona a Merkel para que Alemania de vía libre al plan de blindaje del euro

El presidente de EEUU, Barack Obama, ha enviado a Berlín a su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, para que trate de convencer a la canciller alemana, Angela Merkel, de que durante las reuniones que van a tener en lugar en Bruselas este mes de marzo para tratar de solucionar de una vez por todas la crisis de deuda europea, Alemania busque el consenso y no el enfrentamiento, tal y como ha hecho hasta ahora.

El mensaje que transmitió el principal asesor económico de Obama a las autoridades germanas fue claro: el país centroeuropeo, que es a su vez el principal motor económico de la región, debe ampliar la red de seguridad financiera para que ésta también abarque a los países más endeudados de la zona del euro, como por ejemplo Grecia e Irlanda (que ya han recibido rescates financieros en 2010).

¿Y eso cómo se consigue?
Pues, según la mayoría de los expertos, logrando que Alemania se ponga de acuerdo durante este mes de marzo (mañana hay una reunión en Bruselas y el día 24 se mantendrá otra) con el resto de países del Viejo Continente, y sobre todo con los que mantienen economías más débiles, para acordar de ahora en adelante unas cifras de gasto público, estrategias para aumentar la competitividad nacional y, sobre todo, perfilar y presentar en sociedad un Fondo de Rescate Europeo (EFSF, por sus siglas en inglés) que cubra las necesidades de los países periféricos.

La Administración Obama considera que, de no darse estas medidas, la crisis de deuda europea -que va camino de cumplir los 15 meses- afecte a la estabilidad financiera global y a la recuperación económica de EEUU, que aún no ha despegado del todo.

Pero los analistas no se muestran muy convencidos de que ese acuerdo vaya a tener lugar. La falta de consenso de la que ha hecho gala el Viejo Continente durante 2010, con una virulenta crisis de deuda que ha generado dos rescates financieros (los arriba mencionados) ha sentado precedentes muy negativos.

Un informe enviado desde Bruselas por un banco de inversión a varios hedge funds en otoño aseguraba que los líderes europeos aún estaban lejos de haber sufrido el suficiente castigo como para poner las cosas en orden.

No obstante, el tiempo corre y la presión sobre la deuda se incrementa. Pues si bien la crisis de deuda parece estable en relación al año pasado, las cifras de rentabilidad con las que cotizan los bonos soberanos de los países periféricos son más altas que hace doce meses, e incluso los países que han sido rescatados deben ofrecer un rendimiento de hasta cuatro veces el de Alemania (3,2% en el bund a diez años) para lograr financiación en los mercados internacionales.

A ello hay que sumarle un posible rescate para Portugal en el corto plazo, pues sus bonos a diez años ya superan el 7,6% de rentabilidad, y la reciente rebaja de la calificación de la deuda española por parte de Moody´s en plena reestructuración bancaria del país. La calificadora -cuyo mayor accionista es el magnate estadounidense Warren Buffet- ha rebajado esta mañana la nota de la solvencia española hasta Aa2 desde Aa1. La perspectiva de la agencia es negativa. Esta decisión sucede a la que esta calificadora tomó el pasado lunes, tras rebajar el rating de Grecia hasta B1.

Además, según los últimos datos del Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) la banca alemana tiene una exposición de 612.500 millones de dólares (440.700 millones de euros) a los países más castigados por la incertidumbre y la francesa de 781.600 millones de dólares (561.900 millones de euros). Los datos son de septiembre.

En este complicado contexto, y más después de la visita de Geithner a Berlín, Merkel se encuentra en una situación complicada; si accede a las peticiones de EEUU (y de otros muchos países europeos) puede que el euro quede fuera de peligro, pero si accede a estas exigencias tendrá sin embargo que enfrentarse a su electorado. Este castigará a su formación política en las numerosas elecciones regionales que celebrará el país en 2011 debido a que pide una política más nacionalista y menos europeísta.

De momento, la CDU de la canciller ya ha perdido el poder en Hamburgo ante los socialdemócratas, tras encajar una derrota calificada por todos los medios locales como “aplastante”.

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