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La culminación de los planes de saneamiento de los bancos alemanes, un respiro para Grecia

El Commerzbank y el Deutsche Bank, los dos bancos más grandes de Alemania por capitalización bursátil, planean ampliaciones de capital para afrontar con los deberes hechos las pruebas de solvencia que tendrán lugar el próximo mes de junio. De aprobarlas, es muy posible que Berlín dé luz verde a una reestructuración de la deuda griega y Atenas podría, entonces, anular parte de la presión que ejercen sobre ella los mercados internacionales.

La rentabilidad de los bonos a diez años (principal referencia de la confianza que tienen los inversores internacionales en un país; cuanta mayor sea ésta menos se confía en la solvencia del bono) de Grecia ya supera el 12,7%. El 20 de mayo de 2010, en plena crisis de deuda de la zona del euro, esa cifra no rebasaba el 8,06%. Ante este escenario de incertidumbre, son muchos los expertos que consideran que una reestructuración de la deuda es la forma más rápida y segura de devolver parte de la confianza perdida en la economía helena. Porque de llevarse a cabo, el Tesoro griego se aseguraría retrasar los plazos a pagar o, directamente, pagar menos de lo establecido en las subastas a los tenedores de los papeles.

El problema es que entre los mayores tenedores de bonos griegos se encuentran los principales bancos alemanes. Lo que significa que si la reestructuración se lleva a cabo, las instituciones financieras teutonas cobrarán el vencimiento de los papeles del país mediterráneo o más tarde de lo previsto o en versión reducida. Y eso podría trastocar sus cuentas.

De ahí que Berlín haya puesto como condición para dar su visto bueno a esta salida que las pruebas de solvencia que serán realizadas a las entidades europeas en tres meses den como resultado un perfil solvente para la banca germana. Hasta entonces Atenas deberá esperar.

En Francfort, sin embargo, ya han comenzado los preparativos. El Commerzbank ha reconocido hoy que aspira a recaudar mediante una ampliación de capital próxima 11.000 millones de euros que le ayuden a devolver al Estado los 18.200 millones que le fueron prestados durante la crisis financiera a cambio del 25% del capital de la entidad. La directiva de esta institución financiera pretende pagar gran parte de las ayudas antes del mes de junio, cuando tienen lugar estos test de estrés, aunque no quiere recomprar, de momento, la participación gubernamental.

Con este movimiento, el banco quiere estar preparado para unas pruebas de solvencia de las que, aunque el Bundesbank ha defendido un supuesto escenario de riesgo particular y desentendido del resto de países de la región para el sector germano, muchos expertos opinan que las pruebas serán más exigentes que las realizadas en julio de 2010.

El Deutsche Bank también ha anunciado estar barajando la posibilidad de llevar a cabo una ampliación de capital en mayo. La entidad que dirige Josef Ackermann, la mayor de Alemania por activos y una de las más influyentes del globo, quiere recaudar 18.000 millones de euros para, a su vez, preparar mejor su balance de cara a los test de estrés. Los expertos opinan que, según los requerimientos ante situaciones de riesgo establecidos por Basilea III, el Deutsche Bank es uno de los bancos peor preparados del sector. Aunque esta entidad no ha solicitado formalmente ayuda estatal, sí ha recibido apoyos indirectos desde Berlín a raíz de la adquisición del Deutsche Postbank hace unos meses, como por ejemplo una facilidad de crédito.

Las cifras requeridas por estos dos bancos contrastan, por ejemplo, con las necesidades del sistema bancario español, tan cuestionado en las últimas semanas. Bankia, la entidad que preside Rodrigo Rato, necesitaría en el peor de los casos y si se truncan sus aspiraciones para salir a Bolsa, 5.700 millones de euros, y en segundo lugar, la CAM ha reconocido unas necesidad de 2.800 millones de euros. El resto de las cajas requieren cantidades menores.

La situación de las entidades alemanas en el contexto de la crisis de deuda de la zona del euro no es alentador. El sector bancario teutón aumentó en el tercer trimestre de 2010 un 10,9% su exposición a los entramados financieros de Grecia, Irlanda, Portugal y España, los países más castigados por la crisis de deuda que lleva azotando Europa desde hace más de un año. Así, los bancos teutones han pasado de tener 512.700 millones de dólares (368.420 millones de euros) de exposición a estos países en el segundo trimestre del año pasado a tener 568.600 millones de dólares (408.589 millones de euros) a finales del pasado mes de septiembre, según los últimos datos publicados por el Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés).

La otra opción que tiene Bruselas para Atenas, sin contar la de la quiebra técnica, es ampliar el rescate financiero por valor de 110.000 millones de euros que fue remitido a Atenas el pasado mes de mayo. No obstante, y según fuentes del Gobierno alemán consultadas por el diario Financial Times Deutschland, el coste político que supondría tomar esta dirección es demasiado alto. Por lo que Berlín se opondría a esta salida y finalmente no se llevaría a cabo.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) rechazó este lunes que apoye una posible reestructuración de deuda griega, tal y como algunos medios de comunicación habían asegurado, citando a fuentes del organismo, unos días antes. “Como hemos asegurado en repetidas ocasiones, el FMI apoya la postura del Gobierno griego de que el país no necesita aplicar una reestructuración de su deuda igual que apoya su determinación de cumplir el compromiso que mantiene con los tenedores de deuda soberana. Cualquiera que afirme lo contrario, está equivocado”, aseguró una portavoz del organismo transnacional después de que el semanario alemán Der Spiegel publicase recientemente informaciones que explicaban, precisamente, que Atenas ya había establecido contactos con Bruselas para llevar a cabo una acción en esta dirección con el beneplácito del FMI.

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