Internacional

La peor semana en la vida de Strauss-Kahn

Dominique Strauss-Kahn era, hasta el pasado 15 de mayo, un político respetado y con mucha carrera por delante. El socialista francés tenía pensado abandonar su cargo al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI) en las semanas sucesivas para preparar su ascenso a la presidencia de Francia. Sin embargo, en unas pocas horas pasó de ocupar una suite del hotel neoyorquino Sofitel, en pleno centro de Manhattan, a ocupar una celda de aislamiento en la prisión Rikers Island, ubicada entre el Bronx y Queens.

Tras ser acusado de retención ilegal e intento de violación a una camarera afroamericana de 32 años del prestigioso Sofitel, las autoridades de la policía de Nueva York se desplazaron hasta el aeropuerto JFK para sacar al por aquel entonces director gerente del FMI del asiento que ya ocupaba en la aeronave de Air France que iba a cumplir el trayecto entre la ciudad estadounidense y París. El domingo, Strauss-Kahn tenía previsto reunirse con la canciller alemana, Angela Merkel, para abordar la crisis de deuda europea, que no ha remitido ni un ápice desde hace un año y medio.

Sin embargo, tras pasar por el centro de detención de Harlem y por el tribunal penal de Manhattan, el ex-dirigente del FMI terminó en una de las cárceles más famosas de EEUU por la dureza de sus inquilinos; buena parte de ellos pandilleros. Tras pasar cuatro noches en el centro penitenciario y renunciar, finalmente, a su cargo al frente de la institución, la Justicia de EEUU decidió otorgarle la libertad bajo fianza tras haber depositado su mujer -que dice confiar en él- un millón de dólares.

Ahora Strauss-Kahn, acusado de varios cargos por retención ilegal e tentativa de violación, espera a que comience formalmente su juicio el próximo día 6. Mucho se ha especulado con lo que sucedió en aquella suite. El ex-director gerente del FMI niega todos los cargos de los que se le acusa y su defensa ha dicho que Strauss-Kahn no estaba en la habitación del hotel a esas horas, sino comiendo con su hija en un restaurante. Aunque se olvidó el teléfono en el hotel, dicen que por las prisas. Otras informaciones, dejando al margen esas cuestiones, apuntan a que la camarera podría tener enfermedades de transmisión sexual. Y determinados blogs han acusado a Wall Street de tender una trampa al político galo por ser un personaje incómodo.

De momento, el que fuera una de las personalidades más influyentes del mundo espera su cita con la Justicia en un apartamento de Nueva York vigilado por un guardia de seguridad que él mismo paga las 24 horas del día.

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