Internacional

Los mercados financieros ponen en aprietos a los dirigentes europeos que les defienden

Los dirigentes europeos repiten continuamente una ecuación que, a primera vista, carece de atractivo. Defienden que los mercados financieros tienen razón, imponen medidas de austeridad para intentar recuperar su confianza y a cambio, lejos de ver una mejoría en los mercados de deuda, ven cómo sus intenciones son menospreciadas por los inversores. Además, esos recortes sociales les están costando su popularidad. Sin excepciones.

El último caso ha sido el del primer ministro griego, el socialista George Papandreou. El líder del Ejecutivo heleno ha tenido que desmentir esta mañana que esté planeando convocar unas elecciones anticipadas. El calendario establece que los comicios deberán celebrarse el mes de octubre de 2013, sin embargo, la prima de riesgo de la deuda griega (que se encuentra a 1.391 puntos básicos del bund alemán) supone unos costes de financiación demasiado elevados para el Tesoro de Atenas. Este dato ha conllevado que muchos inversores internacionales hayan especulado con una retirada prematura de Papandreou, incapaz de devolverles su confianza en Grecia y con una decena de huelgas generales en los últimos doce meses a sus espaldas.

Su caso no es el único. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero ha visto cómo, a pesar de las medidas de austeridad anunciadas hace unos meses, y que le han costado al PSOE perder las elecciones del pasado domingo, tampoco consigue aflojar las tensiones que se ciernen sobre la deuda española. Los bonos a diez años del país ofrecen un 5,42% de rentabilidad, y la prima de riesgo en relación a los papeles soberanos germanos supera los 235 puntos básicos.

También el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ha visto cómo perdía la primera vuelta de unas elecciones en su feudo histórico: Milán. En un entorno político complicado, el mandatario ha tenido que asumir además una advertencia por parte de la agencia de calificación estadounidense de Standard & Poor´s, que ha puesto esta semana en perspectiva negativa el rating del país debido a la elevada cifra de endeudamiento que tiene (un 120% del PIB, el segundo dato más elevado de la zona del euro).

También los líderes en teoría mejor asentados de Europa, como Angela Merkel o Nicolas Sarkozy, se han visto afectados por este doble castigo que reciben por parte de los mercados y la población. El partido de la canciller alemana, los democristianos de la CDU, han perdido en lo que va de año las elecciones regionales de Renania del Norte-Westfalia, Hamburgo, Bremen y Baden-Wüttenberg. Merkel es acusada por los alemanes de haber participado en los rescates de Grecia e Irlanda. Por su parte, los mercados han premiado sus esfuerzos para salvaguardar el euro incrementando sus costes de financiación: de un rendimiento del bund del 2,286% en septiembre de 2010 a uno del 3,056% a día de hoy.

El presidente galo, que ha sufrido varias huelgas generales debido, también, a las medidas de ahorro que ha tratado de imponer, ha visto cómo el papel soberano francés incrementaba su rentabilidad del 2,572% en septiembre de 2010 hasta el 3,460% a día de hoy.

Estas dificultades ya se han cobrado, además, dos víctimas. El primer ministro portugués, el socialista José Sócrates, presentó su dimisión después de que el Parlamento luso rechazase un paquete de austeridad destinado a rebajar la tensión de los mercados sobre la economía del país. Pocas semanas después de su renuncia, Lisboa tuvo que acudir a Bruselas para obtener un rescate por valor de 78.000 millones de euros. Finalmente las ayudas se han aprobado, pero a cambio de que Portugal -que encara elecciones generales en unos días- imponga el paquete presentado inicialmente por Sócates.

También Irlanda experimentó el pasado mes de febrero unas elecciones anticipadas después de que el ex primer ministro del país, Brian Cowen, aceptase un rescate financiero de Bruselas y el FMI valorado en 85.000 millones de euros el pasado mes de noviembre. El problema de estas ayudas es que fueron aprobadas a condición de pagar el 6% de interés. La popularidad de Cowen se desplomó y tras los comicios surgió Enda Kenny, que ahora trata de negociar una reducción de esa tasa.

Tanto Irlanda como Portugal han visto cómo los mercados internacionales, lejos de aliviar su desconfianza tras los rescates, incrementan su presión día tras día. Los bonos lusos a diez años cotizan a una rentabilidad del 9,90% y los irlandeses del 11,29%. Y la población de ambos países continúa desencantada.

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