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Cara nueva…

Los líderes de la zona del euro nombraron hoy al italiano Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo (BCE), en sustitución del francés Jean-Claude Trichet. Finalmente, el presidente galo, Nicolas Sarkozy, no ha vetado el nombramiento de Draghi, algo con lo que había amenazado y que podría haber añadido un poco más de tensión, si cabe, al clima de tensión que se respira en Bruselas.

La posible maniobra de París respondería, en caso de llevarse a cabo, a que el anuncio de que Draghi pasará a ocupar el puesto del francés Jean-Claude Trichet al frente de la autoridad monetaria europea dejaría a Francia sin ningún representante en el Consejo ejecutivo del BCE, mientras que Italia mantendría a dos (Lorenzo Bini Smaghi y el propio Draghi).

Para evitar que Sarkozy escenifique su malestar con un veto, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, instó hace unos días a Bini Smaghi a que renunciase a su puesto de consejero. Algunas informaciones aseguran que el banquero italiano fue tentado incluso con el puesto de gobernador del Banco de Italia, un cargo que actualmente ocupa Draghi. Sin embargo, Smaghi no ha contestado a Berlusconi y, lejos de mostrarse conforme con la situación, hace unos días atacó a Bruselas al decir que la postura de los países de la zona del euro en relación a Grecia beneficiaba a los especuladores financieros.

Mario Draghi es un candidato polémico para ocupar la presidencia del BCE. En primer lugar, porque su carrera como candidato no estaba planeada, y surgió de forma inesperada hace unos meses cuando el alemán Axel Weber renunció a sus aspiraciones para dirigir esta institución. Y en segundo lugar, porque entre los años 2002 y 2006 Draghi fue directivo del banco estadounidense Goldman Sachs en Europa. La entidad más rentable en la historia de Wall Street está acusada de haber colaborado en la última década con las autoridades griegas para maquillar sus cuentas ante Bruselas.

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