El principal indicador de la Bolsa alemana, el DAX, registraba una subida del 1,46% en la sesión que ha sucedido al anuncio de quién será el nuevo presidente alemán: Joachim Gauck. Gauck fue, dos años atrás, el candidato que propuso la oposición liderada por los socialdemócratas del SPD.
No obstante, en los mercados secundarios de deuda el bund alemán a diez años ha pasado de ofrecer un interés del 1,93% el pasado viernes a ofrecer un 1.96% este mediodía. En el papel a dos años, la rentabilidad también aumentó desde el 0,25% del viernes hasta el el 0,26% de este lunes.
Una Angela Merkel acosada por el descontento popular se ha visto obligada a aceptar como presidente de Alemania al independiente Joachim Gauck, propuesto en 2010 por los socialdemócratas del SPD y Los Verdes como candidato a ocupar el puesto. Entonces la canciller se resistió e impuso al candidato democristiano Christian Wulff, que el viernes se vio obligado a dimitir por presiones mientras la fiscalía germana le investiga por cohecho y tráfico de influencias.
Gauck, un teólogo protestante y activista de los derechos civiles de la Alemania del Este, ha sido definido en los círculos diplomáticos como «resistente anticomunista». Merkel se ha visto obligada a dar su visto bueno tras una bronca este domingo con sus aliados de coalición, los liberales del FDP, que también apoyaban al pastor protestante.
La Asamblea Federal -el órgano que elige al presidente, que en Alemania es un cargo con funciones representativas- está compuesta por la Cámara Baja parlamentaria (Bundestag) y representantes de los länder. Tras los reveses electorales de 2011, CDU y FDP suman una mayoría escuálida en la Asamblea. De modo que Merkel necesita el consenso con la oposición para no arriesgarse a perder la votación presidencial.
Gauck compareció en la noche del domingo en una conferencia de prensa junto a Merkel. Habló del «respeto y la simpatía» que le ha mostrado la canciller. Ella intentó explicar por qué es bueno hoy lo que era malo en 2010. Verdadera satisfacción se leía, en cambio, en el rostro del líder socialdemócrata Sigmar Gabriel.
