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La prensa viene hoy calentita. A la polémica por el modo en

La prensa viene hoy calentita. A la polémica por el modo en que se ha gestionado el secuestro del ‘Alakrana’, que el Partido Popular está utilizando para desgastar al Gobierno, se añade el agrio enfrentamiento que mantuvieron el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba y los diputados Esteban González Pons y Carlos Floriano en los pasillos del Congreso, a cuenta de las constantes acusaciones, sin pruebas, que el PP vierte contra el Gobierno por supuestas escuchas ilegales.
Pedrojota -que mezcla los dos asuntos en sendos editoriales para escenificar que el Gobierno está perdiendo los nervios- deja claro que cree a Rubalcaba cuando dice que no amenazó a los diputados del PP, aunque piensa que el ministro de Interior debería excusarse ante el PP por su conducta y aprovecha para pedirle que impulse una regulación “que garantice el uso legal del sistema de escuchas Sitel”.

Pero aunque la atención mediática mayoritaria se centra en la gresca política, las acusaciones del partido de Rajoy han tenido consecuencias mucho más graves según El País. EL diario de Prisa afirma que “el jefe de la mafia rusa utiliza las denuncias del PP contra Sitel para anular su causa” y explica que Gennadiy Vasilievich Petrov ha solicitado la “nulidad radical” de las investigaciones de la Guardia Civil contra él porque, para interceptar sus conversaciones telefónicas, se ha utilizado el Sitel. Señalando el rotativo que su letrado presentó la solicitud después de que Pons abriese la polémica sobre la supuesta ilegalidad del sistema, a pesar de que tres sentencias del Tribunal Supremo avalan su constitucionalidad y legalidad.

Respecto a la liberación del pesquero español la prensa continúa subrayando las contradicciones de las versiones del Gobierno sobre si se persiguió a los piratas y hubo disparos, pero también sobre si realmente los corsarios trasladaron a marineros a tierra o fue sólo un ardid para aumentar la presión. Además, Pedrojota echa leña al fuego contando la juerga y las ocho bodas que ayer mismo celebraron los secuestradores. El culebrón pirata no ha hecho más que empezar.

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