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El atentado en Afganistán que costó ayer la vida a dos guar

El atentado en Afganistán que costó ayer la vida a dos guardias civiles y a su traductor abre las portadas de todos los diarios y copa los editoriales que, en general, son bastante pesimistas a la hora de hacer balance del resultado de la intervención de la comunidad internacional en el país asiático y alertan del recrudecimiento de la ofensiva talibán.

Uno de ellos es La Razón, que habla de “hostilidad creciente” y acusa al Gobierno español de ocultar los numerosos incidentes armados que han sufrido nuestras tropas y en parecidos términos se expresa Abc, que se refiere a una “novedosa hostilidad” contra el contingente español en una zona donde se decía oficialmente que su trabajo contaba con el respaldo de la población. El Mundo, también va en la misma línea al denunciar que la situación está empeorando en las zonas de influencia de la misión española por lo que pide al Gobierno y a los servicios de inteligencia que tomen nota, haciendo hincapié en que el poner fecha de retirada a las tropas por parte de EEUU está dando alas a los insurgentes.

El País, por el contrario, está de acuerdo con la decisión tomada por Obama de comenzar a retirar sus soldados en julio de 2011, ya que aunque cree que el esfuerzo debe continuar, piensa que “es importante haber fijado un plazo. Tanto para que los afganos puedan asumir las responsabilidades en las que ninguna misión internacional podrá sustituirlos, como para evitar que las fuerzas desplegadas en el país se eternicen en una situación cada vez más estancada”.

Para acabar, destacamos lo mal que le ha sentado a Pedro J. Ramírez que Rubalcaba criticara a Tomás Gómez por cuestionar la autoridad presidencial, lo que a juicio del director de El Mundo “muestra una mentalidad arraigada en los pecados de felipismo, cuando el que se movía no salía en la foto”. Esa es la opinión de Pedrojota, la mía es que la obsesión del director del rotativo de Unidad Editorial por atacar la etapa de gobierno de Felipe González le asalta regularmente, y ese mal no se cura ni en verano. ¡Pues qué se le va a hacer!

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