En algunos ambientes críticos con la actual dirección del PSOE, que los hay, se ha hecho popular en estos días un chascarrillo que más o menos viene a comparar a José Antonio Griñán, el presidente andaluz que se bate en retirada con Esperanza Aguirre, la exlideresa del PP madrileño.
Como Aguirre, Griñán, se va a mantener al frente del PSOE andaluz, a pesar de dejar la Junta y lo mismo que ella, él ha colocado en su puesto a una persona elegida por él. La simulación de elecciones primarias, dicen, ha sido tan patética que casi hubiera sido mejor el ‘dedazo’ a tumba abierta usado por la pepera madrileña para cederle el sillón a Ignacio González.
Estos críticos que, por lo que sea, se amparan en las sombras y en las frívolas tertulias agosteñas para lanzar su mensaje completamente embozados, admiten sin embargo que no hay, en realidad, muchas posibilidades de que la juez Alaya impute al casi expresidente andaluz por el asunto de los Eres.
Por lo menos, mientras este, que sigue siendo parlamentario en su comunidad autónoma y hasta va a conseguirse una plaza de senador, siga siendo un ‘aforado’. Y es así, según estos diletantes desprovistos de coraje para hablar en campo abierto, porque la magistrada más a la moda de toda la carrera judicial no querría arriesgarse a soltar ‘su liebre’ imputando a un aforado.
A ver si van a venir ahora los del Supremo a ‘chupar cámara’ con algo que ella se ha currado tanto. O, peor aún, a realizar uno de esos ‘enjuagues’ al uso que parecen proliferar ahora en tan alto tribunal y a poner en cuestión la instrucción, concienzuda, larga y ejemplar que la jueza Alaya ha realizado. Al menos, según la opinión de esos ‘fans’ que en tan alta estima la tienen.
