Elecciones Cataluña

«La alta participación nos perjudica, nosotros ya estábamos movilizados»

Urna de las elecciones catalanas

Las colas alcanzan la calle en muchos de los colegios electorales de Cataluña. A las 13.00 horas la participación supera en cinco puntos a la de 2012, cuando se batió el récord. La participación en las elecciones catalanas se ha disparado al 34,78%, cinco puntos más que a esta misma hora en las autonómicas del 2012. En aquella ocasión, a las 13.00 horas la participación era del 29,43%.

Es un dato esperanzador, pero no sorprendente. Las colas alcanzan la calle en muchos de los colegios electorales de Cataluña. Varias zonas de Tarragona, Girona o Barcelona parecían durante la mañana lugares desérticos donde la vida apenas se concentraba en los centros de votación, donde sigue reinando la calma.

Hasta el momento no ha habido incidentes relevantes, más allá del joven que ha sido expulsado de la sala donde estaba votando Artur Mas por enarbolar la bandera de España.

Excepciones al margen, la mayoría de los votantes están “disfrutando” de una jornada que ocurra lo que ocurra será “histórica”.

Hablan los votantes y los apoderados

“Que hayamos conseguido esto (señalando a la larga fila de votantes) es un logro de todos. Es la demostración de que es un plebiscito, y no sólo unas elecciones autonómicas” asegura Josep, un señor sexagenario votante de Junts pel Sí que confiesa que tanta participación les “perjudica”. “Nosotros ya estábamos movilizados. Egoístamente nos interesaba que hubiera menos participación. Aun así, ganaremos, y será más significativo”, asegura mientras guarda una papeleta de recuerdo.

O bien muchos, como Josep, guardan una papeleta de Junts pel Sí como recuerdo, o la mayoría, como anticipan las encuestas, está votando a ese partido. En varios colegios ya han tenido que reponer las papeletas de la coalición independentista. Aunque eso “no significa nada”, afirma José Luis Ramón Torres Colomer, senador del Partido Popular, y apoderado en un colegio de Barcelona.

“La mayoría de nuestros votantes no se atreven a coger la papeleta, así que la traen de casa ya metida en el sobre. Es el problema que tiene hacer una campaña tan agresiva como la que han hecho los independentistas. Para muchos somos el enemigo”, se lamenta Torres Colomer. Como él, muchos apoderados del PP y Ciudadanos provienen de otros lugares de la península. “Hemos venido de Madrid para echar una mano. Es importante que nos vean, y que nuestros posibles votantes se sientan cómodos y acompañados, entre otras cosas”, dice Martín, un joven apoderado de Ciudadanos.

Este partido, Ciudadanos, y Junts pel Si, representan la mayoría de los apoderados en Barcelona. Una muesca quizá del resultado que anticipan las encuestas.

“Yo no me fiaría mucho de las encuestas. De hecho, la alta participación nos beneficia”, dice Ana, una estudiante de medicina, y votante del PSC. Acaba de salir de votar de la Universidad de Barcelona junto a su hermana Olga, votante de Catalunya Si Que Es Pot. “ En realidad nuestras posturas están bastante cerca, y creo que son las más sanas. Creemos que no existe una Cataluña, ni una España. Hay mucha diversidad y más que limitarla deberíamos disfrutarla”, afirma Olga. Ambas se muestran favorables a una hipotética consulta que “más tarde que pronto se hará”.

Francisco, oriundo de Huelva, prefiere no decir el partido al que vota. Pide “sentido común” a los políticos y lo hace a su manera: “Tengo 80 años. ¿Voy a ponerme a salir con una persona de 20? Pues no. Pues en esto lo mismo, hay que hacer cosas lógicas y que procedan. En la vida real no hay héroes o mártires, hay hombres y mujeres” reflexiona.

En la vida real de las elecciones catalanas hay votantes y apoderados, entre otras cosas, claro. Si hiciéramos caso a las encuestas sería difícil encontrar en esa vida representantes o votantes de Unió. Quizá por eso Toni Picó, Diputado de Ciu en el Congreso, hace horas extras como apoderado. “Es cierto que no parece que vayamos a tener mucho éxito. Aun así soy optimista, y creo que obtendremos más de lo que la gente piensa”, afirma mientras dialoga con votantes de Junts pel Si.

La coalición soberanista encabezada por Raül Romeva es bicéfala de arriba abajo. En su origen al menos. Convergéncia por un lado, ERC por el otro. Y eso conlleva “fraternidades que antes no existían”, confiesa Pau. Es un joven de 26 años que siempre ha votado a ERC, mientras sus padres han hecho lo propio con CiU. “Siempre teníamos discusiones, y posiciones encontradas.

Ahora, con esta unión, ni sabemos de qué discutir”, relata su padre. Aun así, otras personas votantes de esta coalición aseguran que “la pelea” vendrá después, cuando “seamos un país”.

Los otros que quieren también ese país, los de la CUP, van más por libre. Desde los apoderados, quienes parecen tener más sintonía con los de Catalunya Sí Que Es Pot que con los de Junts pel Si, a sus votantes. “A mi lo de esta coalición me parece bien, porque gracias a ella muchos de los que eran votantes de ERC se están pasando a las CUP”, agradece Inés, quien ha ido a votar con su pareja. “Los de la CUP son claros. Los de Junts pel Si, no. Para nosotros se trata de algo racional y emocional. Queremos ser libres. En cambio, muchos de los votantes (“y de sus políticos”, añade su pareja) de Junts pel Sí se bastarían con un nuevo pacto fiscal”, añade.

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