Parlamento europeo

La sicav de los políticos

Menos mal que la noticia no saltó a los medios en vísperas de las recientes elecciones europeas porque sin duda habría tenido efectos catastróficos. Cada vez parece más claro que el dinero y la política, que deberían estar tan separados, van de la mano jurándose amor eterno. Lo estamos viendo con el fondo de pensiones de los eurodiputados, que ya llevó a dimitir antes de asumir el escaño al cabeza de lista de Izquierda Unida, Willy Meyer. A primera vista no parece que haya nada malo ni ilegal en que los europarlamentarios participen en un fondo de pensiones que les garantice una buena vejez económica. Pero…

Pero la tentación de sus gestores por colocarlo en una sicav y en un paraíso fiscal para que genere mayor rentabilidad se ha convertido en un desastre para la imagen de Parlamento Europeo, de sus miembros tantas veces acusados de disfrutar grandes sueldos y mayores prebendas, y, lo peor, de la política en general. Menos mal que la noticia no saltó a los medios en vísperas de las recientes elecciones europeas porque sin duda habría tenido efectos catastróficos.

La política está emponzoñada en escándalos de todo tipo, tanto en España, donde nos coge más cerca, como el resto del mundo. Y necesita una limpieza fondo. Este escándalo de la sicav de los europarlamentarios, aquí llega con la suerte de que tiene entre sus implicados a representantes de todos los partidos, desde Jaime Mayor Oreja, Miguel Arias Cañete o Cristóbal Montoro del PP hasta Elena Valenciano del PSOE, el propio Willy Meyer de IU o Rosa Diez de UPyD.

Con esta lista, por mencionar sólo una muestra, los partidos no pueden atacarse unos a otros y sí hacer un frente común de defensa de pésima imagen. La dimisión autoinculpatoria de Meyer es un ejemplo para los demás aunque todos tienen a su favor que un fondo de pensiones no es una ilegalidad y una sicav, a pesar de su mal nombre, tampoco. Pero la imagen es la imagen y los eurodiputados tendrán ahora que convencernos con hechos de que quieren acabar con los paraísos fiscales que, empezando por Luxemburgo — el país presidido hasta hace poco por el futuro presidente de la Comisión –, tanto contribuyen a las evasiones fiscales, ingenierías financieras y demás chanchullos propiciados por la avaricia.

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