Durante estos días se cumplirá el primer aniversario de la victoria electoral de Barack Obama sobre John McCain que sirvió para encumbrar al primer presidente afroamericano de la historia de EEUU. Una singularidad que, por cierto, no ha sido la única que ha rodeado los compases iniciales de la llegada al poder del político demócrata y su equipo. Un político obligado a tomar decisiones con rapidez y adoptar un programa de choque que impidiera en tiempo récord el hundimiento total de la economía estadounidense y, quizá también, de la mundial.
Doce meses después, persisten las dudas sobre la verdadera salud del sector financiero. Incertidumbre que este fin de semana se ha visto reforzada por la bancarrota de CIT, una de las grandes instituciones de finanzas minoristas que había recibido ya ayudas públicas por 2.330 millones de dólares. La solución adoptada, que exigirá que los accionistas de la entidad participen en la financiación de la salida de la crisis, supone el final de la barra libre.
