Opinión

La suerte, en huelga

La suerte para no ser menos que el resto de la sociedad, se ha puesto en huelga unas horas. Los loteros de toda España, varios millares, sospechan con preocupación que el Gobierno tiene planes para privatizar los sorteos y amortizar así un pellizco de déficit, y han cerrado las ventanillas expendedoras de ilusión. Fundamentan su argumentación en el hecho, publicado en el BOE, de que los presupuestos generales ya vigentes, aprobados por las Cortes a finales de 2009, permiten -y para algo será, dicen- la gestión privada de las loterías. Así que se ponen en lo peor, o sea en el temor de que esa liberalización del sector, por definirla de algún modo, les supondrá peores condiciones y, en resumen, pérdidas de ingresos cuando no la desaparición de su actividad. Temen además la competencia que puede venirles de las nuevas tecnologías y que en el futuro los números de la suerte sean expendidos por máquinas automáticas colocadas en los establecimientos públicos, tal y como ya ocurre con el tabaco. El Gobierno se ha apresurado a negar que tenga proyectos privatizadores para las loterías y apuestas, pero los loteros opinan que esa es una declaración de manual cuya buena voluntad no se creen. Incluso ponen valor a la venta que cifran en 30.000 millones de euros, lo que supondrían las ganancias de diez años. Es la primera vez en dos siglos y medio que los vendedores de Loterías se ponen en huelga privando a sus clientes habituales y esporádicos de unas horas de esperanza. Al Estado la huelga seguramente le habrá supuesto una pasta que en tiempos de crisis habrá contribuido a empeorar las maltrechas cuentas públicas pero los loteros consideran que el perjuicio será bien empleado si sirve como aviso de que con la suerte ajena no se juega y que ellos a su privatización no le van a dar facilidades.

Más información