Opinión

Bares tóxicos

Entrar en algunos bares españoles, pedir un vino y beberlo con la parsimonia requerida es una forma lenta pero segura de suicidio. Las amenazas de muerte del humo del tabaco caen en el vacío, los fumadores persisten en envenenarse – están en su derecho – sin considerar el peligro que suponen para los demás, y todos sufrimos las consecuencias. Las medidas decretadas por el Gobierno para paliar los efectos nocivos del tabaco han caído en saco roto y nuestros bares duplican el humo ambiental de los del resto de la Unión Europea.

Es deplorable la insensibilidad ante esta amenaza, es deplorable la pasividad de muchos fumadores que sólo piensan en su placer, es deplorable la cobardía e insensatez de las autoridades – las de Madrid a la cabeza con una Presidente que ejerce de madame terrible – y es deplorable la falta de consideración de algunos propietarios de negocios con los clientes no fumadores. Sobre todo pensando en los empleados de la hostelería que son los que se llevan la peor parte. ¿Por qué los sindicatos – pregunto – tan lógicamente preocupados por la siniestralidad laboral no piensan también en el peligro que se cierne sobre la salud de estos trabajadores?

Deberían ser los primeros en desafiar a sus militantes fumadores y lanzar una campaña contra el humo del tabaco en los establecimientos públicos. De la cobardía del Gobierno, mejor no hablar. Lleva meses y meses anunciando nuevas medidas más drásticas y nunca encuentra un momento oportuno para decretarlas. ¿Tiene miedo a las protestas de los propietarios? Por favor, la milonga de que van a perder clientela, no cuela.

¿Alguien va a dejar de comer o de tomarse un gin tónic porque no le dejen fumar en la sala? ¿Dónde va a hacerlo si no hay alternativa? Al ser generalizada la prohibición, todo el mundo se adaptará igual que lo han hecho los fumadores en Italia donde la prohibición se aplica con la mayor rigidez.

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