Opinión

China deja fuera de juego a Alemania en la previa de Toronto

Las dos grandes potencias exportadoras mundiales, China y Alemania, se juegan mucho más de lo que parece en el próximo G-20 de Toronto que se celebra este fin de semana. Con un creciente ejército de parados en todos los países del mundo, con independencia de los números que arrojen, las distintas fórmulas en vigor para contabilizar el desempleo, la falta de solidaridad de estos dos imperios, incapaces de renunciar a parte de superávit comercial en beneficio de la colectividad mundial, empieza a ser un problema político grave.

Beijing, al menos, ha querido aprovechar los momentos previos de la gran cita para hacer un gesto de buena voluntad. Ese vago compromiso del Banco del Pueblo Chino que admite que ha llegado la hora de permitir una mayor flexibilidad en el tipo de cambio del yuan. Por su puesto, sin dar mayores detalles de cómo se hará, y dejar claro que no hablamos, ni mucho menos, de una liberalización. Pero este gesto contrasta con la marrullerías de Angela Merkel, un verdadero obstáculo para el saneamiento del sistema financiero global y, además, capaz de aprobar un ajuste innecesario para restringir su demanda interna.

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